miércoles, 27 de abril de 2011

Antología parcial / 12




En una noche que debió ser lluvia
o en el muelle de un puerto tal vez inexistente
o en una tarde clara, sentado a una mesa sin nadie,
se me cayó una parte mía.
No ha dejado ningún hueco.
Es más: pareciera algo que ha llegado
y no algo que se ha ido.
Pero ahora,
en las noches sin lluvia,
en las ciudades sin muelles,
en las mesas sin tardes,
me siento de repente mucho más solo
y no me animo a palparme,
aunque todo parezca estar en su sitio,
quizá todavía un poco más que antes.
Y sospecho que hubiera sido preferible
quedarme en aquella perdida parte mía
y no en este casi todo
que aún sigue sin caer.

   Roberto Juarroz: Poesía Vertical, II, 1963

martes, 26 de abril de 2011

Gamberros con corbata


(Las cuatro estaciones / 8)

No sé cómo he aguantado hasta el final –me dice Claudio al despedirnos. Y tampoco entiendo cómo podéis enredaros de ese modo, hablando y hablando sin parar de los asuntos más dispares, yendo de aquí para allá, saltando de un tema a otro… Me aturde esa manera tan anárquica de conversar. Llega un momento en que me siento irremediablemente perdido y no entiendo nada.
Es cierto. Este último fin de semana no estuvimos en Laramie a la altura de nosotros mismos. Lo que empezó siendo un sereno aunque intenso debate en torno a la situación política actual (ya saben, este marasmo en el que naufragamos un día sí y otro también), en un determinado momento estuvo a punto de convertirse en un auténtico y lamentable guirigay. 
José Mª Báez: Sin título
Lo he consultado con los demás y nadie sabe muy bien cuál fue la causa de ese desbarajuste. Lo más curioso, dice Julián, es que no había posiciones enfrentadas, como en otras ocasiones: todos estábamos de acuerdo en que es lamentable, inadmisible e irritante la conducta de esos políticos a quienes Claudio llama “gamberros con corbata”, que no hacen otra cosa que hurgar en la basura con un execrable cinismo y con propósitos nada encomiables. Todos estábamos de acuerdo también –añade Julián– en que el debate político debe centrarse en los problemas reales del mundo en que vivimos; que es necesario aunar esfuerzos, inventar soluciones, ensayar alternativas… Yo creo –me dice Marta– que todo comenzó cuando Darío y rarodeluna empezaron a ponerles nombre y adjetivo a cada uno de esos personajes: Infatigables patriotas, acanallados pacifistas, cínicos incombustibles, franquistas inquebrantables
Admitámoslo –dice Teresa–: todos nos pusimos estupendos. A Alierta y a sus compinches, repartiéndose el botín mientras perpetran futuros EREs, los pusimos de aquella manera. Y no digamos a los políticos que se aprovechan de sus cargos para garantizarse un puesto (y una suculenta nómina) en los consejos de administración de las principales empresas… La verdad es que nos dio a todos un subidón, concluye Teresa. Tampoco pasa nada por cabrearse de vez en cuando, ¿no?, apostilla rarodeluna, que se dio todo un festín barajando epítetos y asignando responsabilidades. Pero ¿y si acabamos pareciéndonos a esos gamberros con corbata?, añade a su vez Teresa.

El Correo
Afortunadamente, allí estaba Antonio para templar los ánimos, rebajar tensiones y serenar el ambiente: voy a preparar un blue mountain bien cargado. ¿Quién se apunta? ¿Alguien quiere un bombón?  Mientras tanto escuchad está vieja canción: estamos en abril y no en septiembre, pero está lloviendo, ¿veis? A ver si así os tranquilizáis. Lo dicho: quién quiere café.
Al final de la noche intercambiamos un libro y una rosa. De las propuestas que había en las cuatro estaciones me quedé con una postal de José Mª Báez invitándonos a la inauguración de Sucio y Limpio, su última exposición.

sábado, 23 de abril de 2011

Un libro y una rosa

 
Julián ha dejado el primer volumen de la Poesía completa de Javier Egea (1952-1999), el excelente poeta granadino que alentó a comienzos de los ochenta, con Luis García Montero y Álvaro Salvador, La otra sentimentalidad. Publicado por Bartleby Editores, la edición corre a cargo de José Luis Alcántara y Juan Antonio Hernández García.

Claudio ha elegido una auténtica novedad: El erudito de las carcajadas, publicado por Atlanta, al parecer una de las cumbres de la literatura china. Escrita por un autor anónimo en el siglo XVI, “es una saga trepidante en el que los peligrosos juegos del sexo y el poder se entrelazan con la ambición y la lujuria”.

Salvador Dalí: La rosa meditativa

Antonio ha optado por ensanchar la memoria y ha escogido El holocausto español, de Paul Preston, editado por Debate. Un riguroso estudio sobre la represión llevada a cabo por ambos bandos durante la guerra civil española y la inmediata posguerra. 

 rarodeluna ha preferido ¡Indignaos!, un panfleto político de Stéphane Hessel, publicado por Destino y que en Francia se ha convertido en un auténtico best seller. 
Y Marta ha elegido La broma infinita, la extensísima novela de David Foster Wallace, convertida en “un auténtico icono cultural” para las últimas generaciones, desde su publicación en 1996. Está editada por Mondadori.


Darío, por su parte, ha optado por el Diario de Juan Bernier, publicado por Pre-Textos y cuya edición corre a cargo de Juan Antonio Bernier. 
Teresa ha elegido Los enamoramientos, la última novela de Javier Marías, editada por Alfaguara.
Yo he propuesto El pobre, uno de los ensayos incluidos en Sociología, de Georg Simmel y que ahora rescata Ediciones Sequitur. Un texto inaugural para la sociología de la exclusión.


lunes, 18 de abril de 2011

Darío


Es el impostor que todos (los que tenemos imaginación, aclara enseguida Antonio) llevamos dentro, pero que sólo personas como él se atreven a exteriorizar. Lo habitual, lo que hacemos la gran mayoría, es reprimir ese deseo en nombre de las más torpes excusas y de las razones más banales. A Darío le encanta ser otros. No conozco a nadie que niegue de un modo tan categórico como él eso que llamamos personalidad, “ese invento absurdo –le oí decir en cierta ocasión– que nos obliga a parecernos siempre y en todo momento a un extraño”. Eso sí –apostilla Antonio: Darío no miente nunca ni engaña a nadie ni saca beneficio alguno de lo que Claudio con su inconfundible sorna llama sus extravagantes invenciones. rarodeluna lo llama Zélig. Ya saben: aquel personaje camaleónico de Woody Allen. Claro que, como reconoce el propio rarodeluna, Darío no mimetiza la personalidad de los que le rodean; él sencillamente se las inventa o escoge en cada momento la que mejor se adapta a sus propósitos. 
Paul Klee: Autopista
Según me contó al poco de mi llegada a Laramie el propio Darío una melancólica tarde de otoño en la que nos pusimos estupendos en compañía de Jack Daniel’s, la cuestión de la identidad personal dejó de ser para él un problema cuando Hume le hizo comprender que el yo no es sino una colección de impresiones continuamente cambiantes y que es nuestra memoria la que se encarga interesadamente de establecer (yo decía construir y él inventar) las conexiones entre las impresiones e ideas del pasado con las que se tienen en el presente. Se trata –enfatizó Darío– de una argucia, un mecanismo meramente psicológico que no prueba la existencia de una identidad personal. Nietzsche, añadió Darío, lo expresó una vez más con su rotunda sencillez: no es una, sino muchas las almas que habitan en nosotros. Rimbaud fue categórico: je est un autre. En Pessoa –concluyó– encontré todo un programa de vida: “Sé plural como el universo”.
Por lo que él mismo me ha contado y por lo que refieren los demás, también su trayectoria profesional ha sido extraordinariamente plural: he trabajado en todo tipo de oficios: guitarrista de acompañamiento, profesor de flauta dulce y de francés propiamente dicho, camarero en bares de alterne, traductor, guía turístico, diseñador gráfico, asesor financiero, agente artístico… y por supuesto monitor de diversas artes y variadísimas prácticas deportivas. ¿Sabes qué es el wushu? ¿Y la cedacería?, me pregunta avivando mi estupor y soltando una gran carcajada. Yo siempre me adapto a la demanda; y si no hay demanda, la invento... 

Fernando Pessoa

Su pasión es el teatro. Se dice que se sabe de memoria obras enteras, entre ellas Seis personajes en busca de autor, su preferida. Y después el cine. Le gusta releer películas; la última relectura la ha dedicado a Mumford, tal vez el film menos conocido (o menos valorado) de Lawrence Kasdan, uno de los cineastas que más le interesan. Pessoa es el poeta al que continuamente regresa; cuando viaja siempre lleva consigo El poeta es un fingidor, la espléndida antología que Ángel Crespo editó en Austral.

El yo

El yo tiene dos propiedades: es injusto en sí, pues se convierte en el centro de todo; y es incómodo para los demás, ya que los quiere sojuzgar.
B. Pascal


Liberado de sí mismo, no hay que arrastrar más la carga del propio egoísmo, ni el fardo de la propia individualidad. Como no se tiene ya plan. Los acontecimientos no parecen tener ya continuidad. Se trocea la vida hora a hora, día a día, y la vida gana mucho con ello.
B. Constant




Noto la precariedad del ser en mí. No esa precariedad clásica fundada en la necesidad de morir, sino una nueva, más profunda, fundada en las pocas posibilidades que tenía de nacer.
G. Bataille


De cara a lo que se ha sido, se es siempre lo mismo: nada.
J. P. Sartre

Antología parcial / 11

Foto: Santi Cogolludo



El  artificio

                Un punto de partida, alguna idea
                transformada en un ritmo, un decorado
                abstracto vagamente o bien simbólico:
                el jardín arrasado, la terraza
                que el otoño recubre de hojas muertas.
                Quizás una estación de tren, aunque mejor
                un mar abandonado:

                Gaviotas en la playa, pero quién
                las ve, y adónde volarán.

                                                       Y la insistencia
                en la imagen simbólica
                de la playa invernal: un viento bronco,
                y las olas llegando como garras
                a la orilla.
                               O el tema del jardín:
                un espacio de sombra con sonido
                de caracola insomne. Un escenario
                propicio a la elegía

                Unas palabras
                convertidas en música, que basten
                para que aquí se citen gaviotas,
                y barcos pesarosos en la línea
                del horizonte, y trenes
                que cruzan las ciudades como torres    
                decapitadas.
                               Aquí
                se cita un ángel ciego y un paisaje
                y un reloj pensativo.                                                                                   Y aquí tiene
                su lugar la mañana de oro lánguido,
                la tarde y su caída
                hacia un mundo invisible, la noche
                con toda su leyenda de pecado y de magia.

                Siempre habrá sitio aquí para la luna,
                para el triunfante sol, para esas nubes
                del crepúsculo desangrado: metáfora
                del tiempo que camina hacia su fin.

                La música de un verso es un viaje
                por la memoria.
                                       Y suena
                a instrumento sombrío.
 
                De tal modo
                que siempre sus palabras van heridas
                de música de muerte:
              
                Gaviotas en la playa...
                                             O bien ese jardín:
                Todo es de nieve y sombra,
                todo glacial y oscuro.
                       
                El viento arrastra un verso
                tras otro, en esta soledad. Arrastra
                papeles y hojas secas
                y un sombrero de copa
                del que alguien extrae
                mágicamente un verso
                        final:                
                                Una luz abatida en esta playa.

                Y hay un lugar en él para la niebla,
                y un cauce para el mar,
                y un buque que se aleja.
                       
                En cualquier verso tiene
                su veneno el suicida,
                su refugio el que huye
                del hielo del olvido.
                                                                                                              Puede
                cada verso nombrar desde su engaño
                el engaño que alienta en cada vida:
                un lugar de ficción, un espejismo,
                un decorado que
                se desmorona, polvoriento, si se toca.

                Pero es sorprendente comprobar
                que las viejas palabras ya gastadas,
                la cansina retórica, la música
                silenciosa del verso, en ocasiones
                nos hieren en lo hondo al recordarnos
                que somos la memoria
                del tiempo fugitivo,
                ese tiempo que huye y se refugia
                -como un niño asustado de lo oscuro-
                detrás de unas palabras que no son
                más que un simple ejercicio de escritura.

        Felipe Benítez Reyes: Sombras particulares, 1992

Todo está perdonado


Rafael Reig: Todo está perdonado. Tusquets, Barcelona 2011

Todo está perdonado es una novela que, como dice un amigo mío, se deja leer si uno no es muy exigente. Si lo es, tal vez considere, como yo, que la historia familiar de los Gamazo desde la Guerra Civil hasta la Transición es un argumento recurrente, al que el autor aporta algunas ocurrencias ingeniosas y su habitual mordacidad; que los personajes, previsibles y estereotipados, apenas se sostienen por sí mismos; que la novela ofrece una visión superficial y poco rigurosa de la historia de España, más preocupada por la anécdota y la chanza que por el esclarecimiento y la reflexión…

Claro que otros lectores no menos exigentes y desde luego más eminentes que yo, hacen una lectura muy diferente cuando sostienen que Todo está perdonado es la novela “más ambiciosa y compleja del autor, que pone en práctica, acentuándola, su ya probada capacidad para la sátira y el sarcasmo, próximo en muchos momentos al territorio del esperpento y de la parodia”. Reig es “un escritor imaginativo y brillantísimo” que ha escrito una novela “con páginas memorables” y “algunos personajes, como Clot y Rosario, diseñados con hondura e indudable destreza”.
                                                                 Julián

martes, 5 de abril de 2011

Antología parcial / 10




Considerando en frío, imparcialmente...

Considerando en frío, imparcialmente,
que el hombre es triste, tose y, sin embargo,
se complace en su pecho colorado;
que lo único que hace es componerse
de días;
que es lóbrego mamífero y se peina...

Considerando
que el hombre procede suavemente del trabajo
y repercute jefe, suena subordinado;
que el diagrama del tiempo
es constante diorama en sus medallas
y, a medio abrir, sus ojos estudiaron,
desde lejanos tiempos,
su fórmula famélica de masa...

Comprendiendo sin esfuerzo
que el hombre se queda, a veces, pensando,
como queriendo llorar,
y, sujeto a tenderse como objeto,
se hace buen carpintero, suda, mata
y luego canta, almuerza, se abotona...

Considerando también
que el hombre es en verdad un animal
y, no obstante, al voltear, me da con su tristeza en la  
                                                             [cabeza...

Examinando, en fin,
sus encontradas piezas, su retrete,
su desesperación, al terminar su día atroz, borrándolo...

Comprendiendo
que él sabe que le quiero,
que le odio con afecto y me es, en suma, indiferente...

Considerando sus documentos generales
y mirando con lentes aquel certificado
que prueba que nació muy pequeñito...

le hago una seña,
viene,
y le doy un abrazo, emocionado.
¡Qué más da! Emocionado... Emocionado...

César Vallejo: Poemas humanos (1939)