(Las cuatro estaciones / 8)
No sé cómo he aguantado hasta el final –me dice Claudio al despedirnos. Y tampoco entiendo cómo podéis enredaros de ese modo, hablando y hablando sin parar de los asuntos más dispares, yendo de aquí para allá, saltando de un tema a otro… Me aturde esa manera tan anárquica de conversar. Llega un momento en que me siento irremediablemente perdido y no entiendo nada.
Es cierto. Este último fin de semana no estuvimos en Laramie a la altura de nosotros mismos. Lo que empezó siendo un sereno aunque intenso debate en torno a la situación política actual (ya saben, este marasmo en el que naufragamos un día sí y otro también), en un determinado momento estuvo a punto de convertirse en un auténtico y lamentable guirigay.
José Mª Báez: Sin título |
Lo he consultado con los demás y nadie sabe muy bien cuál fue la causa de ese desbarajuste. Lo más curioso, dice Julián, es que no había posiciones enfrentadas, como en otras ocasiones: todos estábamos de acuerdo en que es lamentable, inadmisible e irritante la conducta de esos políticos a quienes Claudio llama “gamberros con corbata”, que no hacen otra cosa que hurgar en la basura con un execrable cinismo y con propósitos nada encomiables. Todos estábamos de acuerdo también –añade Julián– en que el debate político debe centrarse en los problemas reales del mundo en que vivimos; que es necesario aunar esfuerzos, inventar soluciones, ensayar alternativas… Yo creo –me dice Marta– que todo comenzó cuando Darío y rarodeluna empezaron a ponerles nombre y adjetivo a cada uno de esos personajes: Infatigables patriotas, acanallados pacifistas, cínicos incombustibles, franquistas inquebrantables…
Admitámoslo –dice Teresa–: todos nos pusimos estupendos. A Alierta y a sus compinches, repartiéndose el botín mientras perpetran futuros EREs, los pusimos de aquella manera. Y no digamos a los políticos que se aprovechan de sus cargos para garantizarse un puesto (y una suculenta nómina) en los consejos de administración de las principales empresas… La verdad es que nos dio a todos un subidón, concluye Teresa. Tampoco pasa nada por cabrearse de vez en cuando, ¿no?, apostilla rarodeluna, que se dio todo un festín barajando epítetos y asignando responsabilidades. Pero ¿y si acabamos pareciéndonos a esos gamberros con corbata?, añade a su vez Teresa.
El Correo |
Afortunadamente, allí estaba Antonio para templar los ánimos, rebajar tensiones y serenar el ambiente: voy a preparar un blue mountain bien cargado. ¿Quién se apunta? ¿Alguien quiere un bombón? Mientras tanto escuchad está vieja canción: estamos en abril y no en septiembre, pero está lloviendo, ¿veis? A ver si así os tranquilizáis. Lo dicho: quién quiere café.
Al final de la noche intercambiamos un libro y una rosa. De las propuestas que había en las cuatro estaciones me quedé con una postal de José Mª Báez invitándonos a la inauguración de Sucio y Limpio, su última exposición.
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