viernes, 31 de mayo de 2013

Antología parcial / 87





Puente de soledades 

Hay tantas realidades escondidas,
ocultas por la niebla de las horas sin tiempo.
Hay una, dos palabras, millones de palabras
que esperan la sorpresa de unos labios.
Pájaros que no encuentran
la mano, casi rama,
que les señale el nido.
Hay murmullos sin bosques
para aquietar sus lenguas divididas;
calles sin ese árbol
que les siembre una antorcha
de amarilla nostalgia,
ríos preguntando un cauce,
mares, que no descubren, eterno, un horizonte,
con la antigua sospecha de sus olas.
Vientos desheredados, sin refugio,
en busca de veletas y balcones
donde dejar su aliento y su llamada.
Estrellas sin un cielo
para clavar su asombro errante y mudo.
Hay caminos perdidos,
que ignoran el destino de sus pasos.
Y hay corazones que se quedan solos,
llama encendida, nombres sin respuesta,
suplicando a la vida.
Hay voces en la tierra
recorriendo esperanzas. 

Elena Martín Vivaldi: Materia de esperanza (1968)



miércoles, 29 de mayo de 2013

Escritor / Borges


 
Cuatro momentos del proceso divino distingue Juan Escoto Erígena; cuatro momentos son quizá distinguibles en la evolución de los escritores.

En el primero el escritor, aún indiferenciado, es casi cualquier hombre; su voz, menos individual que genérica, es la de todos. En el segundo el escritor ha elegido un maestro; lo confunde con la literatura y minuciosamente lo copia, porque entiende que apartarse de él en un punto es apartarse de la ortodoxia y de la razón. En el tercero, que no todos alcanzan, el escritor se encuentra consigo mismo, como en ciertas ficciones orientales, célticas o germánicas. Encuentra su cara, su voz.

Hay un cuarto momento que yo no he alcanzado, que muy pocos alcanzan. En el primero, lo repito, el escritor es todos; en el segundo, es otro; en el tercero, es él; en el cuarto, es otra vez todos, pero con plenitud. Así los buenos versos de Shakespeare son manifiestamente de Shakespeare, pero los mejores, los eternos, ya no son de él. Tienen la virtud de parecer de cualquier hombre, de cualquier país.

*

El verdadero tema de un escritor es ser fiel a sus fantasmas, liberándose de ellos al escribir.

*

Yo creo que todo influye en un escritor. Además un escritor no es una persona que conozca el oficio de escribir; es, ante todo, una persona especialmente sensible a los hechos, a las cosas. Lo principal es la sensibilidad poética, lo demás es mera literatura... Lo demás es oficio.

*

El deber de cada uno es dar con su voz. El de los escritores, más que nadie.

*

Leer y escribir son formas accesibles de la felicidad.

                                                                  Jorge Luis Borges

miércoles, 22 de mayo de 2013

15M (Díptico de Aniversario)



I

Recuérdalo, compañero
y tú también, compañera;
para que nadie lo olvide
para que todos lo sepan:
que en aquel quince de mayo
mediada la primavera
nos echamos a la calle
entre cantos y promesas;
con la esperanza en los ojos
y en la frente una quimera
(porque es posible otro mundo
y vivir de otra manera)
ya bien entrada la noche
y antes de que amaneciera
levantamos nuestros brazos
para alcanzar las estrellas.

  
II

Aquello que se recuerda
y se salva del olvido
lo que vive en la memoria
y es pasado
y es historia
puede acaso dar la vida
cuando es cauce y es camino
cuando es fruto y es semilla
cuando es luz entre tinieblas
sueño en vilo, voz en grito
que despierta la conciencia
y que empapa el corazón.
Recuérdalo, compañero
y tú también, compañera:
para que cunda el ejemplo
para que prenda la mecha.

                          15 de mayo de 2013
                          rarodeluna

sábado, 18 de mayo de 2013

La vida



 
Juan Herrero


La vida es una turbia evidencia.
                                                          Antonio Machado


La vida sobrepasa infinitamente todas las  teorías que podamos formular sobre ella.
                                                             Boris Pasternak


Ningún lugar de la vida es más triste que una cama vacía
                                                             Gabriel García Márquez


No esperar de la vida para no arriesgarla; darse por muerto para no morir
                                                              A. Bioy Casares



Basta perder la vida para no perder nunca más nada
                                                              Graham Green


Lo que más se teme, lo peor en la vida, sucede siempre de golpe, sin que nadie esté preparado, por eso es lo peor
                                                               Ricardo Piglia


Estamos conformados de tal manera que diariamente necesitamos minúsculas dosis de muerte para ejercer el oficio de vivir
                                                               Virginia Wolf


La vida es una sombra que se ejerce
                                                               Leopoldo Panero


miércoles, 15 de mayo de 2013

Antología parcial / 86






Llegada

¡Aquí estamos!
La palabra nos viene húmeda de los bosques,
y un sol enérgico nos amanece entre las venas.
El puño es fuerte
y tiene el remo.

En el ojo profundo duermen palmeras exorbitantes.
El grito se nos sale como una gota de oro virgen.
Nuestro pie,
duro y ancho,
aplasta el polvo en los caminos abandonados
y estrechos para nuestras filas.
Sabemos dónde nacen las aguas,
y las amamos porque empujaron nuestras canoas bajo
         los cielos rojos.
Nuestro canto
es como un músculo bajo la piel del alma,
nuestro sencillo canto.

Traemos el humo en la mañana,
y el fuego sobre la noche,
y el cuchillo, como un duro pedazo de luna,
apto para las pieles bárbaras;
traemos los caimanes en el fango,
y el arco que dispara nuestras ansias,
y el cinturón del trópico,
y el espíritu limpio.
Traemos
nuestro rasgo al perfil definitivo de América.

¡Eh, compañeros, aquí estamos!
La ciudad nos espera con sus palacios, tenues
como panales de abejas silvestres;
sus calles están secas como los ríos cuando no llueve en la montaña,
y sus casas nos miran con los ojos pávidos
          de las ventanas.
Los hombres antiguos nos darán leche y miel
y nos coronarán de hojas verdes.

¡Eh, compañeros, aquí estamos!
Bajo el sol
nuestra piel sudorosa reflejará los rostros húmedos
              de los vencidos,
y en la noche, mientras los astros ardan en la punta
              de nuestras llamas,
nuestra risa madrugará sobre los ríos y los pájaros.

Nicolás Guillén: Sóngoro cosongo (1931)