"Nada es
más común cuando se habla del Tercer Milenio que evocar el hundimiento de la
moral, la crisis de sentido y los valores. La idea, por supuesto, no es nueva,
por cuanto reconduce la temática del nihilismo moderno y lo relaciona con la
extensión del neoliberalismo y con el individualismo posmoderno. Las lógicas
económicas y culturales del universo individualista conducirían
ineluctablemente a la guerra de todos contra todos, al cinismo, al egoísmo
generalizado, a la degradación de las relaciones sociales, en resumen, a una
sociedad sin alma, ni fin ni sentido. No les faltan argumentos a quienes
sostienen esta tesis: multiplicación de los casos de corrupción, delincuencia
en alza, nuevos guetos urbanos, guerra económica, indiferencia hacia los países
del Tercer Mundo. Sin embargo, no sabríamos cómo enfrentarnos a esta visión
catastrofista, pues sólo corresponde a una de las caras del individualismo
posmoderno, la que yo he denominado individualismo irresponsable.
Damien Hirst |
Dos
razones de fondo conducen a sopesar la aproximación apocalíptica del mundo
contemporáneo. La primera se apoya en el punto de vista radicalmente pesimista
que alimenta el miedo al futuro. Si se diaboliza el individualismo asimilándolo
a un principio intrínsecamente nefasto, entonces es toda nuestra civilización
la que equivale al mal, sin que logremos ver el modo en que nuestras sociedades
podrían salir: lo peor está siempre ante nosotros. Nada es más importante en la
Europa actual que volver a otorgar el sentido de confianza al futuro justo
ahora, cuando se extinguen los grandes sistemas ideológicos. Éste es uno de los
desafíos del Tercer Milenio: reencontrar el sentido del futuro histórico, la
confianza en la construcción de un porvenir mejor.
Debemos
avanzar una segunda razón. No es cierto que las democracias posmodernas
equivalgan a un desierto de valores. El sentido de la indignación moral no ha
desaparecido en modo alguno y nuestras sociedades no cesan de reorganizarse en
torno a un núcleo estable de valores compartidos. No estamos en el grado cero
de los valores, como testimonia el progreso del voluntariado y de las
asociaciones, la lucha contra la corrupción, la adhesión de las masas en favor
de la tolerancia, la reflexión bioética, los movimientos filantrópicos, las
fuertes protestas que denuncian la violencia sufrida por los niños y los
inmigrantes.
Damien Hirst |
Si, por
una parte, las sociedades posmodernas generan un individualismo irresponsable,
por otra, promueven formas de individualismo responsable. De hecho, la
extensión del individualismo coincide con un refuerzo de la legitimidad de los
valores humanistas y democráticos, así como con una creciente exigencia de
transparencia y de responsabilidad individual. Cuanto más se incrementa el
poder económico y técnico, más se afirma la exigencia de colocar límites
morales a nuestra dinámica prometeica. Se ve mejor así el desafío del porvenir:
no excomulgar el individualismo sino hacer que el individualismo irresponsable
retroceda en favor del responsable, es decir, de un individualismo que rechace
el después de mí el diluvio, que reivindique la autolimitación de su soberanía
y que esté atento al respeto de los derechos de los otros. Pero para avanzar en
este sentido es verdad que estamos relativamente desarmados [...] Los grandes modelos de emancipación
histórica, las principales utopías de la modernidad triunfante, ya no tienen
credibilidad [...]
Damien Hirst |
Tenemos
el deber de inventar un nuevo contrato social que concilie los valores
individualistas del mercado y la obligación de solidaridad; un nuevo Estado
providencia exigido no sólo por su crisis financiera, sino también por los
nuevos fenómenos de exclusión que afectan a millones de individuos y que
engendran la gran pobreza, el paro de larga duración, a los sin techo... en
pocas palabras, al individuo desocializado, privado de futuro [...] Tenemos que
inventar una nueva filosofía de los derechos sociales a fin de que nadie se
quede al margen del camino, que no haya individuos que se conviertan en
inútiles sociales, excluidos para siempre [...]
La justicia social en una democracia no puede satisfacerse con convertir
a los hombres en asistidos sociales: se debe dar sentido y consistencia a la
idea de que todos tienen derecho a participar en la sociedad, de ser útiles a
la sociedad [...]"
Gilles
Lipovetsky: "Una sociedad sin alma"
1 comentario:
Interesante el planteamiento de Lipovetsky, pero me asaltan dos dudas:
Una: ¿Por qué vincular la idea de individualismo y mercado? ¿Son indisolubles el nacimiento de las nociones de individuo y capitalismo? ¿No somos capaces de rastrear formas de singularidad ajenas a lo mercantil?
Y dos: ¿Por qué no se ha optado por construir tanto el análisis de la posmodernidad como sus alternativas en torno a la dicotomía comunidad responsable / comunidad irresponsable? La apuesta por el sujeto individual como única base civilizatoria válida me parece, cuanto menos, tendenciosa.
En definitiva, hay mucho poso liberal en las palabras de Lipovetsky y una poco matizada condena de toda experiencia política colectiva. Paradójica, por otra parte, teniendo en cuenta que hoy día el sujeto sólo se siente completo en red, es decir, amplificado por otros. Pero ese es otro tema.
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