Envejecer...
Envejecer también es cruzar un
mar de humillaciones cada día; es mirar a la víctima de lejos, con una perspectiva
que en lugar de disminuir los detalles los agranda. Envejecer es no poder
olvidar lo que se olvida. Envejecer transforma a una víctima en victimario.
Siempre pensé que las edades son todas crueles, y que se compensan o tendrían
que compensarse las unas con las otras. ¿De qué me sirvió pensar de este modo?
Espero una revelación. ¿Por qué será que un árbol embellece envejeciendo? Y un
hombre espera redimirse sólo con los despojos de la juventud. Nunca pensé que
envejecer fuera el más arduo de los ejercicios, una suerte de acrobacia que es
un peligro para el corazón. Todo disfraz repugna al que lo lleva. La vejez es
un disfraz con aditamentos inútiles. Si los viejos parecen disfrazados, los
niños también. Esas edades carecen de naturalidad. Nadie acepta ser viejo
porque nadie sabe serlo, como un árbol o como una piedra preciosa. Soñaba con
ser vieja para tener tiempo para muchas cosas. No quería ser joven, porque
perdía el tiempo en amar solamente. Ahora pierdo más tiempo que nunca en amar,
porque todo lo que hago lo hago doblemente. El tiempo transcurrido nos
arrincona; nos parece que lo que quedó atrás tiene más realidad para reducir el
presente a un interesante precipicio.
"Los
retratos apócrifos" (fragmento)
Silvina Ocampo: Cornelia frente al espejo (1988)