miércoles, 14 de agosto de 2013

Autobiografía de papel



Félix de Azúa es un escritor brillante, polémico y versátil, y un maestro en el manejo de la ironía. Salvo el teatro, ha cultivado todos los géneros literarios, con más de cincuenta títulos publicados. Hace tres años publicó la primera entrega de su autobiografía y recientemente ha publicado la segunda. Las tituló Autobiografía sin vida y Autobiografía de papel, respectivamente.
En ambas entregas advierte Azúa que, aunque en efecto se trata de una autobiografía, el autor apenas habla de sí mismo, de su vida biológica y social, "ya que no tiene incidencia alguna en el colosal proceso de transformación de la cultura occidental" que se está produciendo actualmente. Por otra parte, ambas entregas son complementarias y en las dos procede el autor "al mismo ejercicio", aplicado en Autobiografía sin vida a "las  hace tiempo llamadas bellas artes", y en Autobiografía de papel, a los géneros literarios.
No es el suyo, aclara Azúa, el discurso de un yo, sino el de "un caso": él es uno de "los cientos (quizás miles) de jóvenes que comenzaron a escribir con intenciones artísticas entre 1960 y 1980". A lo largo del relato y desde su experiencia, "verdadera, aunque siempre subjetiva", el autor de títulos como Lengua de cal, Mansura, El aprendizaje de la decepción o Abierto a todas horas, repasa su propia trayectoria,  a la vez que reflexiona sobre algunas de las claves de la literatura del siglo XX, y sobre el profundo cambio cultural que se ha producido en la sociedad occidental en las últimas décadas.
En Autobiografía de papel el lector conocerá por qué, después comprender que "la gran poesía, la trascendental, la verdadera, era ya algo del pasado" Félix de Azúa abandonó la poesía, "ya no pudo seguir ejerciendo de poeta". Cómo y por qué se pasa a la novela, bajo la influencia decisiva de Juan Benet. Advertirá en seguida el lector que la opinión que le merece a Azúa el estado de la narrativa no es menos pesimista que en el caso de la poesía. La novela -dice el autor de Historia de un idiota contada por él mismo- ha dejado de ser considerada un arte mayor en cuanto a su producción real, forma parte ahora de la cultura de masas y no se distingue de cualquier otro producto industrial. 
Tal como Azúa lo describe, el panorama es desolador: la poesía ha perdido relevancia social y se ha convertido en un intercambio privado entre excelentes profesionales cada vez más próximos al artesanado; la novela es un negocio competitivo que ha regresado a la mejor tradición mercantil; el ensayo, "un género literario con todas las de la ley", ha terminado compitiendo con la novela como un producto industrial más... Y así llegamos a la última etapa de esta trayectoria: el periodismo, o mejor, el artículo periodístico donde probablemente ha brillado más y mejor el talento de Félix de Azúa. Una trayectoria marcada -como él mismo reconoce en esta autobiografía- por lo que se llamó en su día el desencanto, y que el propio Azúa prefiere llamar decepción.
                                                                                     Teresa

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