miércoles, 17 de agosto de 2011

Marsé




Juan Marsé: Caligrafía de los sueños. Lumen. Barcelona, 2011

 
Marsé, Juan Marsé, fue el primer novelista español contempo-
ráneo del que tuve noticia cuando llegué a la Facultad de Letras a comienzos de la década de 1970. Un compañero de curso me dijo que tenía que leer Últimas tarde con Teresa. Lo hice y  a partir de aquel momento Marsé se convirtió para mí en una referencia ineludible. De hecho, he leído casi todas sus novelas. De ellas retengo, además de Últimas tarde con Teresa, Si te dicen que caí y Un día volveré, una historia que me conmovió especialmente. Y Ronda del Guinardó, y El embrujo de Shanghai  Confieso que Rabos de lagartija no me causó la impresión que, al parecer, produjo a otros lectores. Como ahora, Caligrafía de los sueños.
Es posible que estas dos novelas no añadan nada especial a la obra del autor. Ahí están los escenarios y los personajes habituales: esa personal geografía urbana de la Barcelona de posguerra, el cine, las ‘aventis’, los personajes derrotados, los niños que inventan aventuras, la mirada y expectante de unos adolescentes que alientan otros sueños… Es decir, ahí está Marsé, Juan Marsé, un mundo literario estrecha e intensamente vinculado a la vida. Y a mi vida. Será por eso por lo que desde aquel primer encuentro siempre vuelvo a aquellos barrios, a aquellos ambientes, a aquellas historias… Como la de Jan Julivert Mon, en Un día volveré:
“Cuando la indiferencia y el tedio amenazaban sepultar para siempre aquel rechinar de tranvías y viejas aventis, y los hombres en la taberna no contaban ya sino vulgares historias de familia y de aburridos trabajos, cuando empezaba a flaquear en todos aquel mínimo de odio y de repulsa necesarios para seguir viviendo, regresaba por fin a su casa el hombre que, según el viejo Suau, más de uno en el barrio hubiese preferido mantener lejos, muerto o encerrado para siempre…”

                                                               Marta 

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