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jueves, 26 de septiembre de 2013

Las veinticuatro categorías de la poesía



Hace unos días, husmeando en los anaqueles de una librería, me encontré con un libro del que nunca había oído hablar, Las veinticuatro categorías de la poesía, y cuyo autor , Si Kongtu, me era completamente desconocido.
Alivié un poco mi ignorancia leyendo allí mismo la nota editorial de la contraportada: "Las veinticuatro categorías de la poesía es una de las tres obras cumbre de la estética literaria china. Su autor, Si Kongtu (837-908), el mayor teórico de la dinastía Tang, se retiró a las montañas de Zhongtiao para escribir estos versos que tanto han inspirado a toda la tradición literaria china posterior. Lejos de ser una exposición teórica de sus ideas, estos poemas son una puesta en marcha de las mismas, con un estilo impresionista y una gran densidad filosófica. Cada poema va acompañado de un misterioso preludio de Gong Bilan, de tono lapidario y críptico, que prepara al lector para una captación intuitiva del poema. En una lucha entre belleza y fidelidad, la traducción, primera directa al español, ha sido realizada por la poeta y sinóloga Pilar González España".
Después, ya en casa, disfruté leyendo este hermoso libro. (No se salten la introducción de la editora). Retengo la belleza y la intensidad expresivas de su lenguaje, el vigor y la plasticidad de sus imágenes, la elocuente sobriedad sus ideas. Y una poética que estimula la imaginación y aviva el conocimiento.
No se lo pierdan.
                                                                                     Claudio

miércoles, 14 de agosto de 2013

Autobiografía de papel



Félix de Azúa es un escritor brillante, polémico y versátil, y un maestro en el manejo de la ironía. Salvo el teatro, ha cultivado todos los géneros literarios, con más de cincuenta títulos publicados. Hace tres años publicó la primera entrega de su autobiografía y recientemente ha publicado la segunda. Las tituló Autobiografía sin vida y Autobiografía de papel, respectivamente.
En ambas entregas advierte Azúa que, aunque en efecto se trata de una autobiografía, el autor apenas habla de sí mismo, de su vida biológica y social, "ya que no tiene incidencia alguna en el colosal proceso de transformación de la cultura occidental" que se está produciendo actualmente. Por otra parte, ambas entregas son complementarias y en las dos procede el autor "al mismo ejercicio", aplicado en Autobiografía sin vida a "las  hace tiempo llamadas bellas artes", y en Autobiografía de papel, a los géneros literarios.
No es el suyo, aclara Azúa, el discurso de un yo, sino el de "un caso": él es uno de "los cientos (quizás miles) de jóvenes que comenzaron a escribir con intenciones artísticas entre 1960 y 1980". A lo largo del relato y desde su experiencia, "verdadera, aunque siempre subjetiva", el autor de títulos como Lengua de cal, Mansura, El aprendizaje de la decepción o Abierto a todas horas, repasa su propia trayectoria,  a la vez que reflexiona sobre algunas de las claves de la literatura del siglo XX, y sobre el profundo cambio cultural que se ha producido en la sociedad occidental en las últimas décadas.
En Autobiografía de papel el lector conocerá por qué, después comprender que "la gran poesía, la trascendental, la verdadera, era ya algo del pasado" Félix de Azúa abandonó la poesía, "ya no pudo seguir ejerciendo de poeta". Cómo y por qué se pasa a la novela, bajo la influencia decisiva de Juan Benet. Advertirá en seguida el lector que la opinión que le merece a Azúa el estado de la narrativa no es menos pesimista que en el caso de la poesía. La novela -dice el autor de Historia de un idiota contada por él mismo- ha dejado de ser considerada un arte mayor en cuanto a su producción real, forma parte ahora de la cultura de masas y no se distingue de cualquier otro producto industrial. 
Tal como Azúa lo describe, el panorama es desolador: la poesía ha perdido relevancia social y se ha convertido en un intercambio privado entre excelentes profesionales cada vez más próximos al artesanado; la novela es un negocio competitivo que ha regresado a la mejor tradición mercantil; el ensayo, "un género literario con todas las de la ley", ha terminado compitiendo con la novela como un producto industrial más... Y así llegamos a la última etapa de esta trayectoria: el periodismo, o mejor, el artículo periodístico donde probablemente ha brillado más y mejor el talento de Félix de Azúa. Una trayectoria marcada -como él mismo reconoce en esta autobiografía- por lo que se llamó en su día el desencanto, y que el propio Azúa prefiere llamar decepción.
                                                                                     Teresa

jueves, 11 de julio de 2013

El nacimiento del Hombre Poesía


Hace unos días, limpiando unos estantes de mi biblioteca, me reencontré con un libro tan raro y curioso como interesante. Lo editaron en 1991 Chantal Maillard y Jesús Aguado, en Benarés (India): El nacimiento del Hombre Poesía (Kavyamimamsa), de Rajasekhara, eminente poeta, dramaturgo y crítico de la corte Gurjara Pratihara, la dinastía imperial kshatriya que gobernó gran parte del norte de la India desde el siglo sexto hasta el siglo once.
La traducción es de Oscar Pujol, que se encarga también de la introducción, donde traza un interesantísimo esbozo de la historia de la poética india. La edición (260 ejemplares numerados) incluye el texto original en sánscrito y un apéndice con la lista de los autores más importantes, con sus opiniones sobre los temas fundamentales de poética. 
Kavyamimamsa es una especie de guía práctica para poetas compuesta por 18 lecciones de las que sólo se conserva la primera, que es la que nos ofrece esta edición. El proyecto del autor -escribe Oscar Pujol en la introducción- era compilar todas las reflexiones que sobre la poesía se habían hecho en su época en una obra inmensa de carácter enciclopédico. 
Creatividad y técnica 
El tercer capítulo narra el nacimiento del Hombre Poesía y sus posteriores nupcias con la Crítica (Técnica) Literaria. Pujol lo resume así:
"El Hombre Poesía es el hijo de Sarasvati que es tanto el logos como su manifestación verbal, el lenguaje. El rechazo circunstancial que la madre hace del hijo lleva momentáneamente a la enajenación de la poesía. La madre ha de separarse del hijo para que el lenguaje poético adquiera su autonomía, para que destaque contra el fondo más general de todo el lenguaje. La enajenación representa una escisión entre el poder creativo, principio masculino, y la posibilidad de que este se encarne en el poema, principio de energía femenina. No es casualidad que precisamente sea Kumara [...] el que llore amargamente la partida del Hombre Poesía.
El lamento de la Voluntad logrará que entre en escena otra figura femenina, la Crítica Literaria, o mejor, la técnica literaria que se adelanta para restituir la plenitud perdida tras la separación de la madre. Sólo la unión de la facultad creativa y de la técnica podrá dar cuerpo a la poesía. Pero en su delirio el Hombre Poesía se resiste a los requiebros de su futura esposa. Ella se verá obligada a desplegar todo el abanico de sus encantos, la profusión de estilos, en un saludable ejercicio de seducción para que él finalmente quede rendido y acepte tomarla por esposa". 
A lo largo de la obra -siempre según el resumen que ofrece Pujol- Rajasekhara distingue distintos tipos de poetas. Así, entre los aprendices de poeta, el dotado por naturaleza y aquel cuyo ingenio ha de ser despertado con el esfuerzo del maestro. Habla asimismo del poeta de corazón, del que escribe su poesía y luego la esconde celosamente, del que sigue la tradición establecida por los antiguos... Y añade una curiosa clasificación: poetas creadores, poetas adaptadores, poetas encubridores y poetas recolectores. Evidentemente, el poeta verdadero es el creador. Dejo a la imaginación del lector la fijación y, en su caso, la ejemplificación de los otros tres tipos. 
                                                                           Claudio
 

martes, 4 de junio de 2013

Rayuela cumple 50 años



Hace ahora medio siglo, en junio de 1963, la Editorial Sudamericana publicó la que sin duda es la obra más emblemática de Cortázar y uno de los referentes fundamentales del llamado boom de la novela latinoamericana: Rayuela.
La aparición de Rayuela supuso todo un acontecimiento en el panorama literario de aquellos años y provocó una auténtica revolución en  la novela escrita en lengua española. El tratamiento de la materia argumental, su inventiva y su sentido del humor, la originalidad de su estructura narrativa  (que invita a leer la novela de diversas maneras), la riqueza del lenguaje y la versatilidad de registros, la voluntad transgresora y el vigor crítico, la inclusión de los materiales textuales más heterogéneos, el protagonismo que concede al lector en el desarrollo de la obra, el jazz... y unos personajes memorables (Horacio Oliveira, La Maga y Rocamadour; Etienne, Ronald, Gregorovius y la otra gente del Club de la Serpiente; Morelli, el novelista a quienes todos admiran...) hacen de Rayuela una de las grandes novelas del siglo XX y a su autor uno de los escritores argentinos más importantes de todos los tiempos.
Julio Cortázar nació en Bruselas el 26 de Agosto de 1914, de padres argentinos. Llegó a la Argentina a los cuatro años. Paso la infancia en Bánfield, se graduó como maestro de escuela e inició estudios en la Universidad de Buenos Aires, que abandonó por motivos económicos. Trabajó como docente en varios pueblos del interior del país. Enseño en la Universidad de Cuyo y renunció a su cargo por desavenencias con el peronismo.
En 1951 abandonó Argentina y fijó su residencia en París, donde trabajó como traductor independiente de la Unesco.
En 1938 publicó, con el seudónimo Julio Denis, el librito de sonetos, Presencia. Un año después, una obra dramática, Los reyes. Pero será en 1951, con la publicación de Bestiario, cuando surja el Cortázar deslumbrante por su fantasía y por su extraordinaria capacidad para inventar historias distintas y relatos inolvidables, con títulos como Las armas secretas (1959), Historias de Cronopios y Famas (1962), Todos los fuegos el fuego (1966), La vuelta al día en ochenta mundos (1967), El libro de Manuel (1973), Alguien anda por ahí (1977)..., entre otros.
Se ha dicho que el refinamiento literario de Julio Cortázar, sus lecturas casi inabarcables, su incesante fervor por la causa social, hacen de él una figura de deslumbrante riqueza, constituida por pasiones a veces encontradas, pero siempre asumidas con el mismo, genuino ardor. Julio Cortázar murió en París 1984.
                                                                               Teresa

miércoles, 8 de mayo de 2013

Un diccionario intemporal



Hay escritores con los que uno se encuentra en un momento determinado de su vida y producen tal efecto que se quedan para siempre ahí, en un rincón de la memoria, discretamente, sin hacer ruido. Pasan los años y el recuerdo de aquel primer encuentro permanece indeleble. En mi caso, Slawomir Mrozek (Borzeçin, Polonia, 1930) es uno de esos escritores. 
Eran mis años de Universidad, hacia mediados de la década de los setenta del pasado siglo. Yo andaba enredado en aventuras y proyectos teatrales y mis dos fuentes fundamentales de lectura eran "Primer Acto", la revista irrepetible que dirigía José Monleón, y aquella especie de milagro editorial que fue la Colección Teatro de Ediciones Alfil, después Escélicer, que llegó a publicar cerca de ochocientos textos dramáticos. En "Primer Acto" leí Striptease y En alta mar; Tango y Feliz acontecimiento, en la Colección Teatro. Y en el Teatro Alfil, de Madrid, asistí a la representación de Emigrantes, con una interpretación memorable de José María Rodero y Agustín González.
Intenté leer otras obras de aquel peculiar dramaturgo polaco que combinaba magistralmente imaginación y sentido del humor y a quien la crítica relacionó enseguida con el teatro del absurdo; pero no pude: no estaban traducidas al español. Después, bastante tiempo después, supe que, además de dramaturgo, Mrozek es un excelente narrador, como lo prueban los títulos que Acantilado viene publicando desde 2001, entre los que destacan Juegos de azar, La vida difícil, El elefante  o La vida para principiantes, este diccionario intemporal compuesto por 39 relatos breves que remiten a otros tantos conceptos (desde ambición a verdad, pasando por democracia, mujeres o revolución) y cuya lectura no deben perderse si quieren pasar un buen rato leyendo (y pensando).
Aunque él asegura que nunca ha tratado de ser divertido, Mrozek -según Marcel Reich-Ranizki- "es un humorista y por eso se toma las cosas en serio. Es un autor satírico y por eso se ríe del mundo, porque quiere mejorarlo. Es un hombre que cultiva el absurdo y pone de manifiesto los contrasentidos, porque quiere provocar a la razón".
Lo dicho: no se lo pierdan.
                                                                           Julián