"El sol brillaba con
plenitud y fuerza. Mientras regresaba a casa, de pronto observé mi sombra ante
mí, del mismo modo que veía la sombra de la otra guerra detrás de la actual.
Durante todo ese tiempo, aquella sombra ya no se apartó de mí; se cernía sobre
mis pensamientos noche y día; quizá su oscuro contorno se proyecta también
sobre muchas páginas de este libro".
El autor de estas líneas es
Stefan Zweig (1881-1942); el libro al que se refiere, El mundo de ayer. Memorias de un europeo, una autobiografía
en la que el escritor austriaco evoca la Europa anterior a la primera guerra
mundial, el mundo en el que creció, la cultura en la que se formó; un mundo y
una cultura que desaparecieron para siempre devastados por las dos guerras
mundiales. La sombra inquietante y oscura, el nazismo, que ha prohibido sus
obras, lo ha condenado al exilio y constituye una terrible amenaza para la vida
y la libertad.
Escritas entre 1939 y 1941, las memorias de Zweig están
marcadas por la angustia que le produce el desarrollo de la guerra. En junio de
1941, Alemania, que ha conquistado o sometido a gran parte de la Europa
continental, invade la Unión Soviética. En diciembre, Japón se une a las
potencias del Eje y comienza su expansión por el Pacífico. Dos meses después, el
22 de febrero de 1942, desesperados ante el futuro de Europa y su cultura,
convencidos de que el nazismo se extendería por todo el planeta, Zweig y su
esposa Lotte Altmann se suicidan en su casa de Petrópolis, la ciudad brasileña
donde fijaron su última residencia.
El autor de Momentos
estelares de la humanidad dejó una carta en la que, después de agradecer a
Brasil su hospitalidad, dice: "Creo que es mejor finalizar en un buen
momento y de pie una vida en la cual la labor intelectual significó el gozo más
puro y la libertad personal el bien más preciado sobre la Tierra".
Stefan
Zweig cultivó prácticamente todos los géneros, desde la poesía al ensayo,
pasando por la narrativa, la biografía y el teatro. La publicación a finales de
los años veinte de títulos como Carta de
una desconocida, Veinticuatro horas de la vida de una mujer, Momentos estelares
de la humanidad o Fouché, lo convirtieron en uno de los escritores más
conocidos y reputados de aquellos años. Tras su muerte, el nombre y la obra de
Zweig fue cayendo gradualmente en el olvido, del que felizmente ha sido
rescatado en la última década por la Editorial Acantilado.
Tres
textos breves
Por su parte,
la editorial Sequitur ha publicado en su
colección 'Clásicos' tres textos breves cuyo denominador común es la
experiencia estética. El primero, "El misterio de la creación artística",
es el que le da título al libro. Se trata de una conferencia de Stefan Zweig en
Buenos Aires en 1940.
De todos los
misterios del universo -dice Zweig-, ninguno más profundo que el de la
creación: un "milagro" al que nos es dado asistir únicamente a través
del arte, de la experiencia estética, por medio de la cual lo inmortal se hace
visible a nuestro mundo transitorio, perecedero.
¿Cómo se
produce ese milagro? ¿Cómo se alcanza esa plenitud? Eso es algo que no podemos
explicar. No estamos en condiciones de participar del acto creador artístico, sólo
podemos tratar de reconstruirlo. La condición previa es la concentración: "toda
creación verdadera sólo acontece mientras el artista se halla hasta cierto
grado fuera de sí mismo"; esto es, "el artista sólo puede crear su
mundo imaginario olvidándose del mundo real".
Ahora bien,
aclara enseguida Zweig: no basta con que el artista esté inspirado para que
produzca. Debe, además, trabajar y trabajar para llevar esa inspiración a la
forma más perfecta. La fórmula verdadera de la creación artística es
inspiración más trabajo, exaltación más paciencia, deleite creador más tormento
creador.
Y un apunte
final: ninguna obra de arte se manifiesta a primera vista en toda su grandeza y
profundidad. No sólo quiere ser admirada, necesita también ser comprendida.
El segundo
texto está fechado en 1929 y es la oración conmemorativa para el funeral cívico
de Hugo von Hofmannthal en el Burgtheater de Viena, una intensa y efusiva
semblanza del autor de Carta
de lord Chandos. "Ningún poeta moderno, ninguno después de
Goethe tal vez -escribe Zweig- creó con tal impetuosidad visionaria, con tal
plenitud como Hugo von Hofmannthal en su
década lírica [entre los diecisiete y los veintisiete años], ni después de Novalis
y Hölderlin hubo un poeta lírico con tal envergadura".
El tercer texto
"Retrato de Toscanini", es el prólogo que Zweig escribió para el
libro Toscanini, de Paul Stefan, en
1936. Así como Hugo von Hofmannthal "demostró con su obra que hoy es
posible todavía un arte elevado, noble, que sirva a lo absoluto", Arturo
Toscanini sirve a la verdad inmanente de la obra de arte con tal fidelidad, tal
rigor y tal humildad como sólo pueden hacerlo los grandes artistas, los
auténticos creadores.
Teresa
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