viernes, 10 de mayo de 2013

Poética / Kavafis



Hemos de estudiar nuestra lengua, porque nosotros no la conocemos. Qué ocultos tesoros tiene, qué tesoros. Lo que tenemos que pensar es cómo enriquecerla, cómo sacar a la luz lo que hay oculto en ella.


La flor florece un momento para luego no dejar de marchitarse (Omar Khayyam)
¿Qué hay de bello en este verso? Todas las flores se pasan. Esto es lo que sucede y lo que vemos. Es superfluo para un artista servirse de esto. Lo visible se ve con sólo observar un poco. El Arte es lo que el artista inventa.


El adjetivo debilita la expresión y es una debilidad. Hay cosas -un paisaje- que no tiene valor darlas con varios epítetos... El Arte consiste en darlo todo con sustantivos, y si se necesita un epíteto ha de ser leve.


Hay que tener cuidado de no olvidar que un estado anímico es verdadero y falso, posible e imposible a la vez, o más bien alternativamente. Y el poeta -que, incluso cuando trabaja de un modo más filosófico no deja de ser un artista- ofrece una cara, lo que no significa que niegue la otra, o incluso -aunque eso sea exagerar la cosa- desea hacer creer que la cara que él ofrece es la verdadera, o la que se revela más veces verdadera.


Muy a menudo la obra de un poeta no tiene sino un sentido vago, más bien sugiere unos pensamientos que han de ser llevados más allá por las generaciones futuras o por sus lectores inmediatos.


Si un pensamiento ha sido realmente verdad un día, el hecho de que resulte falso a la mañana siguiente no le priva de su pretensión de verdad. Puede que se haya tratado sólo de una verdad pasajera o mínima, pero si ha sido sentida intensa y seriamente merece ser acogida, tanto artística como filosóficamente.

                                                                  C. Kavafis

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