martes, 23 de julio de 2013

Intelectuales



El 31 de mayo de 2003, Jurgen Habermas y Jacques Derrida -dos de los escritores, filósofos e intelectuales más conocidos de Europa- publicaron un artículo en el Frankfurter Allgemeine Zeitung, titulado "Nuestra renovación. Después de la guerra: el renacimiento de Europa", en el que señalaban que la nueva y peligrosa opción de Estados Unidos constituía una urgente llamada de atención para Europa: una ocasión para que los europeos repensaran su identidad común, recurrieran a los valores ilustrados que compartían y adoptaran una posición característicamente europea en el panorama internacional.

La aparición del texto tenía que coincidir con la aparición en toda Europa occidental de artículos similares redactados por figuras públicas de igual renombre: Umberto Eco en LaRepubblica, su colega italiano el filósofo Gianni Vattimo en La Stampa, el presidente suizo de la Academia Alemana de Letras, Adolfo Muschg, en el Neue Zürcher Zeitung, el filósofo español Fernando Savater en El País, y un solo estadounidense, el también filósofo Richard Rorty, en el Süddeutsche Zeitung. Prácticamente en cualquier otro momento del siglo anterior una iniciativa intelectual de esta envergadura, en periódicos tan importantes y con personajes de tanta categoría, habría supuesto un acontecimiento público trascendental: un manifiesto y una convocatoria de lucha que habrían agitado las aguas de la comunidad política y cultural.

Pero la iniciativa de Habermas y Derrida, aunque articulaba sentimientos compartidos por muchos europeos, pasó prácticamente desapercibida. No tuvo cobertura informativa ni tampoco fue citada por sus simpatizantes. Nadie pidió a sus autores que tomaran la pluma y dirigieran la marcha [...] Cien años después del caso Dreyfus, cincuenta años después de la apoteosis de Jean-Paul Sartre, los principales intelectuales de Europa habían hecho una petición y nadie había acudido.
                             Tony Judt: Postguerra, págs. 1122-1123

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