viernes, 7 de octubre de 2011

Apropiacionismo(s):



Al parecer todo comenzó en Nueva York, en 1977, con Pictures, una exposición promovida por el crítico de arte Douglas Crimp y en la que participaron Troy Brauntuch, Robert Longo, Sherrie Levine y Cindy Sherma. Climp les propuso a los artistas que, en lugar de presentar sus propias obras, trabajaran con obras ajenas, desplazándolas de su contexto y confiriéndole otro significado y sentido diferente al original. Así nació el appropiation-art y el apropiacionismo, esto es, la utilización consciente de obras ajenas para producir una obra nueva que se publica y se firma (© incluido) como propia.

Sherrie Levine / After Walker Evans
Las reacciones no se hicieron esperar. Los más moderados vieron en esta propuesta una manera descarada de relacionarse con la tradición, adueñándose de lo que pertenece a otra persona; algunos entusiastas tiraron de la manta y se remontaron hasta el Renacimiento para constatar que eminentes artistas frecuentaron esta práctica y para recordar como antecedente inmediato el ejemplo de Andy Warhol y su contenciosos con fotógrafos y marcas comerciales. Los académicos más severos barajaron términos como parasitismo, plagio, copia… Los más indulgentes acuden a un término que les resulta tan grato como inofensivo: intertextualidad.  Y algunos escépticos desencantados se limitaron a exclamar: ¡posmodernos!
Los más exigentes explorarán esta caracterización de Juan Martín Prada: “Como estrategia de lenguaje el apropiacionismo crítico se sitúa en uno de los parámetros de lo postmoderno, ya que supone una radicalización de los recursos de la cita, la alusión o el plagio que caracterizan la práctica artística postmoderna; como estrategia crítica implica una actitud de revisión, de relectura de lo dado…”. Lo sustantivamente postmoderno, según Martín Prada, es que “la práctica de apropiación niega el carácter valioso y subversivo de conceptos como ‘originalidad’, ‘autenticidad’, ‘expresión’, ’liberación’ o ‘emancipación’…”.
Todo esto viene a cuento de la polémica que se ha suscitado por la retirada de las librerías de El Hacedor (de Borges) Remake, de Agustín Fernández Mallo, a instancias de María Kodama, y la reacción que se ha producido en eso que se llama el mundo de la cultura.
Mientras esperamos a que se pronuncie sobre este asunto Vicente Luis Mora, uno de los críticos más solventes en esta materia, les invito a que lean la carta de protesta. No se la pierdan.

                                                               Julián

1 comentario:

Anónimo dijo...

http://www.hotelkafka.com/blogs/rafael_reig/2011/10/nutrexpa-si-borges-no/?utm_medium=twitter&utm_campaign=BlogRafa&utm_source=twitterfeed