Por
pensamiento analógico y simbólico, por iluminación lejana de la imagen
mediadora, y por el juego de sus correspondencias, sobre mil cadenas de
reacciones y de asociaciones extrañas, en fin, por la gracia de un lenguaje en
el que se transmite el movimiento mismo del Ser, el poeta se reviste de una
subrealidad que no puede ser la de la ciencia.
Cuando los
mismos filósofos abandonan el umbral metafísico, corresponde al poeta sustituir
ahí al metafísico; y es la Poesía entonces, no la filosofía, la que se muestra como
la verdadera "hija del asombro", según la expresión del filósofo
antiguo para quien ella fue la más sospechosa.
Pero
más que modo de conocimiento, la Poesía es primeramente forma de vida, y de
vida integral.
Cuando
las mitologías se hunden, es en la Poesía donde encuentra refugio lo divino; quizás
incluso su reemplazo.
Rehusándose
el disociar el arte de la vida, y el amor del conocimiento, la poesía es
acción, es pasión, es poder y renovación continua, que desplaza los límites.
La
oscuridad que se le reprocha no es su propia naturaleza, que es la de aclarar,
sino de la noche misma que ella explora: la del alma misma y del misterio en
que flota el ser humano.
Poeta
es aquel que rompe la costumbre. Y es así como el poeta se encuentra también
ligado, a pesar suyo, al acontecimiento histórico. Y nada del drama de su
tiempo le es ajeno.
Y es
bastante para el poeta, el ser la mala conciencia de su tiempo.
Saint-John
Perse
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