Hay días que amanecen lunes y lo cogen a uno con la energía
justa y los ánimos, como la ropa, por el suelo. Presiento que hoy es uno de
esos días. Anoche estuve hasta las tantas escuchando a Coleman Hawkins y
dándole vueltas a una frase de Norman Mailer: "Los males del presente no
sólo devastaban el presente, sino que consumían el pasado y amenazaban con
demoler territorios enteros del futuro". Me dormí al arrullo de "After midnight".
Ina Fassbender |
Esta mañana, no me había despertado del todo y ya estaba de
nuevo dándole vueltas y más vueltas a las palabras de Los ejércitos de la noche. La noria se detuvo y yo me desperté del
todo cuando compareció el presente, cuando oí en el informativo radiofónico que
la cifra que los multimillonarios ocultan en los paraísos fiscales se sitúa
entre los 21 y los 34 billones (con b)
de dólares, una suma equivalente a un tercio del PIB mundial o al PIB combinado
de Estados Unidos y China.
Si esta enorme suma de dinero pagara algún tipo de impuesto -apostillaba
la locutora- no solo se reduciría el hambre en el mundo sino que se podría
resolver, en solo un año, la crisis del euro. Me defendí desahogándome con la
habitual retahíla de insultos y descalificaciones: cabrones, canallas...
Recordé entonces que los ministros de Economía europeos
llevan años hablando, estudiando, pensando, debatiendo medidas para combatir el
fraude fiscal en la Unión Europea. Si no me equivoco, como mínimo desde 2009,
cuando Luxemburgo y Austria bloquearon la reforma de la directiva sobre
tributación del ahorro. Mientras tanto y según la propia Comisión Europea, cada
año el conjunto de los veintisiete países de la UE pierde un billón de euros en
la recaudación tributaria por la evasión fiscal. Sí, sí: ¡un billón, con b, cada año! Una cifra casi equivalente
al producto interior bruto de España.
Yorgos Karahalis |
Un momento. ¿En cuánto se ha tasado el rescate de Chipre? ¿Y
el de Portugal y el de Irlanda y el de Grecia?... Si mis datos son correctos,
en total, algo más o menos de la cuarta parte de ese billón libre de cargas.
¿Cuántos recortes, injusticias, privaciones se
podrían haber evitado recaudando y distribuyendo el dinero evadido? ¿O es
que de lo que realmente se trata, lo que verdaderamente interesa es aprovechar
la ocasión para demoler lo que con tanto esfuerzo se había construido en tantos
años...?
Y así comienzan estos días, cada vez más frecuentes en el calendario,
con el ánimo quebrantado desde muy temprano: ensayando preguntas, enhebrando dudas
y perplejidades, avivando la indignación, mitigando en lo posible el desconcierto,
la confusión, el hartazgo...
Bueno, a ver cómo se da el día.
Darío
No hay comentarios:
Publicar un comentario