Margaret Thatcher llegó
por primera vez al Parlamento con treinta y cuatro años, en 1959, tras obtener
un escaño por el distrito de Finchley, tradicionalmente conservador, al que
seguiría representando hasta que entró a formar parte de la Cámara de los Lores
en 1992.
Como Ministra de Educación del gobierno conservador de Edward Heat impuso recortes en el presupuesto y acabó con el suministro gratuito de leche en las escuelas británicas, lo que le valió el apodo de Milk Snatcher ("ladrona de leche").
Como
Primera Ministra (1979-1990), acabó con la influencia pública que habían
ejercido los sindicatos con leyes que limitaban el derecho a la huelga; redujo
las competencias y los presupuestos de los entes locales, desmanteló los
organismos metropolitanos... Puso a casi todo el sector público en almoneda.
Primero, las empresas y servicios más pequeños, sobre todo los manufactureros;
después los monopolios, como las infraestructuras de telecomunicaciones, las
empresas energéticas y el transporte aéreo. También vendió gran parte de las
viviendas públicas.
Los servicios que se mantuvieron en manos del Estado sufrían escasez de recursos, mientras que gran cantidad de riqueza se acumulaba en los sectores económicos emancipados, especialmente en la City de Londres, donde los bancos de inversión y los corredores de bolsa se beneficiaron tremendamente de la desregularización de los mercados financieros británicos.
La
prosperidad privada se vio acompañada de la miseria pública. Y también de la
pobreza privada. Al romper el vínculo entre las pensiones y los salarios, redujo
drásticamente los ingresos en concepto de jubilación de la mayoría de sus conciudadanos.
En 1997 las pensiones públicas del Reino Unido sólo representaban el 15 por
ciento de los ingresos medios, lo cual suponía el coeficiente más bajo de la
UNión Europea.
La
cifra de desempleados, que en 1977 era de un millón setecientos mil, alcanzó en
1985 los tres millones doscientos cincuenta mil parados y se mantuvo entre las
más altas de Europa durante el resto de su mandato.
La
pequeña delincuencia y la criminalidad aumentaron al incrementarse la parte de
la población que se veía atrapada en una pobreza permanente.
El thatcherismo significaba: reducción de impuestos, libre mercado, libertad empresarial, privatización de industrias y servicios, valores victorianos, patriotismo e individualismo.
Admiraban
el ella su testarudez, esa negativa contumaz a cualquier cesión. Durante casi
doce años, gobernó prácticamente sola, sin contar apenas con su partido y
limitando considerablemente la autonomía de sus ministros.
Como
economía, el Reino Unido de Thatcher era un lugar más eficiente. Pero, como
sociedad, sufrió un cataclismo de desastrosas consecuencias a largo plazo. Al
desdeñar y desmantelar todos los recursos que estaban en manos colectivas, al
insistir a gritos en una ética individualista que prescindía de cualquier valor
no cuantificable, Margaret Thatcher causó un grave daño el tejido que
sustentaba la vida pública británica.
Cfr.- Tony Judt: Postguerra. Una historia de Europa desde
1945. Taurus, Madrid 2006, págs. 780-790.
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