miércoles, 16 de mayo de 2012

Antología parcial / 52






Giacomo Casanova acepta el cargo de bibliotecario que le ofrece, en Bohemia, el Conde de Waldstein

Escuchadme, Señor, tengo los miembros tristes.
Con la Revolución Francesa van muriendo
mis escasos amigos. Miradme, he recorrido
los países del mundo, las cárceles del mundo,
los lechos, los jardines, los mares, los conventos,
y he visto que no aceptan mi buena voluntad.
Fui abad entre los muros de Roma y era hermoso
ser soldado en las noches ardientes de Corfú.
A veces, he sonado un poco el violín
y vos sabéis, Señor, cómo trema Venecia
con la música y arden las islas y las cúpulas.
Escuchadme, Señor, de Madrid a Moscú
he viajado en vano, me persiguen los lobos
del Santo Oficio, llevo un huracán de lenguas
detrás de mi persona, de lenguas venenosas.
Y yo sólo deseo salvar mi claridad,
sonreír a la luz de cada nuevo día,
mostrar mi firme horror a todo lo que muere.
Señor, aquí me quedo en vuestra biblioteca,
traduzco a Homero, escribo de mis días de entonces,
sueño con los serrallos azules de Estambul.

     Antonio Colinas: Sepulcro en Tarquinia (1975)


3 comentarios:

Javier Álvarez dijo...

Grande Colinas.

Anónimo dijo...

Uno de los poemas esenciales del autor y de toda su generaciòn. Decía Borges, analizando a Kafka, que todo gran escritor "crea" a sus precursores. Así, en este poema, Colinas recrea de un modo único y brillante la figura del seductor buscavidas Casanova. Pleno de belleza y emoción, el poema adopta la voz del personaje retratado para hacernos sentir una experiencia, la del paso del tiempo y los desengaños de la vida. ¿Poesía de la experiencia también, pues? Más bien, una experiencia de la poesía, un estremecedor relámpago de lo que ha de ser y es un gran poema. Enhorabuena por la entrada.

José Luis

Anónimo dijo...

Te echábamos de menos, José Luis. ¡Espléndido comentario!