jueves, 30 de agosto de 2012

Antología parcial / 61





                    El embarco para Cyterea


Hoy que la triste nave está al partir,
con su espectacular monotonía,
quiero quedarme en la ribera, ver
confluir los colores en un mar de ceniza,
y mientras tenuemente tañe el viento
las jarcias y las crines de los grifos dorados,
oír lejanos en la oscuridad
los remos, los fanales, y estar solo.
Muchas veces la vi partir de lejos,
sus bronces y brocados y sus juegos de música:
el brillante clamor
de un ritual de gracias escondidas
y una sabiduría tan vieja como el mundo.
La vi tomar el largo,
ligera bajo un dulce cargamento de sueños,
sueños que no envilecen y que el poder rescata
del laberinto de la fantasía,
y las pintadas muecas de las máscaras
un lujo alegre y sabio,
no atributos del miedo y el olvido.
También alguna vez hice el viaje
intentando creer y ser dichoso
y repitiendo al golpe de los remos:
aquí termina el reino de la muerte.
Y no guardo rencor,
sino un deseo inhábil que no colman
las acrobacias de la voluntad,
y cierta ingratitud no muy profunda.

Guillermo Carnero: Dibujo de la muerte (1971)


1 comentario:

Anónimo dijo...

Enhorabuena por esta entrada, uno de los mejores poemas de su autor y de toda su generación, la del 70, publicado en "Dibujo de la muerte" cuando el autor tenía 20 años. ¿Y es posible tener veinte años y estar tan desengañado? Carnero es el gran desolado nervaliano de su generación. De hecho, se le suele relacionar mucho con Gimferrer, pero son en verdad polos opuestos: el segundo vitalista, impulsivo; el primero, desolado, triste. Ambos, grandes poetas. Este poema muestra un gran y decepcionado amor a la vida y el arte. Uno de los mejores de esta Antología.

José Luis