martes, 25 de septiembre de 2012

La poesía del pensamiento



Para George Steiner, lo filosófico y lo poético están indivisiblemente unidos. "Toda filosofía es estilo -escribe- y no hay ningún texto literario que no contenga, manifiestos o encubiertos, unas coordenadas metafísicas, unos axiomas lógicos o unos rastros de epistemología".
El lugar de encuentro, el punto donde convergen filosofía y literatura, "donde pleitean la una con la otra en forma o en materia", no es otro que el propio lenguaje, "la base ontológica y sustantiva común". Ambas "son producto del lenguaje, entendido éste al modo heideggeriano, esto es, como núcleo definidor del Ser; y ambas se definen por la actitud que adoptan ante el lenguaje: "la poesía aspira a reinventar el lenguaje, a hacerlo de nuevo. La filosofía se esfuerza por hacer el lenguaje rigurosamente transparente, por purgarlo de ambigüedad y confusión". La poesía del pensamiento (Siruela, 2012) es, según el propio autor, un intento de dilucidar la naturaleza, el significado y sentido de esa relación.

Del helenismo a Celan
Para ello, Steiner se remonta a los orígenes, a aquel momento inaugural en que "el descubrimiento de la metáfora encendió el pensamiento abstracto, desinteresado" en la Grecia de los presocráticos, y desde allí sigue el curso del diálogo entre pensamiento y poesía prácticamente hasta hoy. Un recorrido que abarca veintiséis siglos y en el que comparecen (casi) todos los grandes nombres y muchas de las obras fundamentales de la filosofía y la literatura occidental. La asombrosa y versátil erudición de Steiner, su imaginación crítica, la brillantez de su discurso, convierten ese viaje en una auténtica aventura intelectual y la lectura de este ensayo en una estimulante experiencia, abierta a múltiples sugerencias y expuesta, cómo no, a dudas y objeciones.

Paul Klee: Ad Parnassum

Conviene advertir enseguida que ese viaje lo realiza el autor de la mano de una determinada tradición filosófica y de una determinada tradición poética. Frente a la filosofía que persevera en busca de la claridad, Steiner opta por una filosofía que indaga en lo inefable y en lo oscuro, por los pensadores "que ven en los neologismos, en las densidades sintácticas, en la opacidad estilística, las condiciones necesarias del discernimiento original". Y entre las diversas tradiciones poéticas elige la tradición estética de la "materia oscura", que va desde Píndaro a Celan, pasando por Góngora, Hölderlin, Rimbaud, Mallarmé, Valery... La tradición en la que "la poesía es más ella misma", la que más se acerca a la "fusión de contenido y forma en música", la que se afirma decididamente desde el hermetismo de su discurso. Y en el origen, en los albores del significado, Heráclito, el penseur-poète, el filósofo proverbialmente críptico que con "muy pocas y escuetas palabras se extiende al infinito".
La intensidad aforística de Heráclito, la ecuación de Parménides entre pensamiento y ser, el dictamen de Sócrates de que la vida no examinada no es digna ser vivida, marcan el comienzo de ese largo y en ocasiones tortuoso camino que recorren juntos pensadores y escritores, filósofos y poetas. De entre todos los nombres, se destacan tres: Nietzsche, "el filósofo en cuyos escritos se funden la especulación abstracta, la poesía y la música"; Mallarmé, el poeta que "intentó romper las determinantes barreras del lenguaje y liberar la sintaxis del despotismo gastado y lineal de la lógica"; y Heidegger, para quien "el pensamiento del Ser es el modo originario de la poesía. En él, sobre todo lo demás, la lengua se convierte en lengua, es decir, en su esencia".

René Magritte: Las vacaciones de Hegel
En su recorrido, Steiner se refiere a veces a pensadores y escritores que no pertenecen a esta tradición: Maquiavelo, Milton, los philosophes de la Ilustración, Adorno, Brecht, Sartre, Foucault... Especial atención le dedica a Marx, a su formación literaria, a su interés por la tradición filosófica especulativa, pero sobre todo a su "logocentrismo clásico". Marx, que está convencido de que el pensamiento puede cambiar el mundo, pone en tela de juicio todas las instituciones y relaciones de poder, desecha las ilusiones de la religión, refuta las ideologías..., pero en ningún momento -dice Steiner- cuestiona la capacidad del lenguaje para representar, para analizar, para modificar la realidad individual y colectiva, para reconfigurar la condición humana.
El viaje concluye con un diagnóstico pesimista: la concepción del lenguaje como núcleo definidor del Ser se halla en retroceso. "El silencio y la privacidad, las coordenadas clásicas de los encuentros con el poema y el enunciado filosófico, se están convirtiendo ideológica y socialmente en unos lujos sospechosos". Pero Steiner deja una puerta abierta: en alguna parte alguien, "embriagado de silencio dirá 'no'. Una sílaba que contiene la promesa de la creación".

                                                                           Claudio

No hay comentarios: