lunes, 22 de abril de 2013

Billones (con b)



Hay días que amanecen lunes y lo cogen a uno con la energía justa y los ánimos, como la ropa, por el suelo. Presiento que hoy es uno de esos días. Anoche estuve hasta las tantas escuchando a Coleman Hawkins y dándole vueltas a una frase de Norman Mailer: "Los males del presente no sólo devastaban el presente, sino que consumían el pasado y amenazaban con demoler territorios enteros del futuro". Me dormí al arrullo de "After midnight"

Ina Fassbender

Esta mañana, no me había despertado del todo y ya estaba de nuevo dándole vueltas y más vueltas a las palabras de Los ejércitos de la noche. La noria se detuvo y yo me desperté del todo cuando compareció el presente, cuando oí en el informativo radiofónico que la cifra que los multimillonarios ocultan en los paraísos fiscales se sitúa entre los 21 y los 34 billones (con b) de dólares, una suma equivalente a un tercio del PIB mundial o al PIB combinado de Estados Unidos y China.
Si esta enorme suma de dinero pagara algún tipo de impuesto -apostillaba la locutora- no solo se reduciría el hambre en el mundo sino que se podría resolver, en solo un año, la crisis del euro. Me defendí desahogándome con la habitual retahíla de insultos y descalificaciones: cabrones, canallas...
Recordé entonces que los ministros de Economía europeos llevan años hablando, estudiando, pensando, debatiendo medidas para combatir el fraude fiscal en la Unión Europea. Si no me equivoco, como mínimo desde 2009, cuando Luxemburgo y Austria bloquearon la reforma de la directiva sobre tributación del ahorro. Mientras tanto y según la propia Comisión Europea, cada año el conjunto de los veintisiete países de la UE pierde un billón de euros en la recaudación tributaria por la evasión fiscal. Sí, sí: ¡un billón, con b, cada año! Una cifra casi equivalente al producto interior bruto de España.
Yorgos Karahalis
Un momento. ¿En cuánto se ha tasado el rescate de Chipre? ¿Y el de Portugal y el de Irlanda y el de Grecia?... Si mis datos son correctos, en total, algo más o menos de la cuarta parte de ese billón libre de cargas. ¿Cuántos recortes, injusticias, privaciones se  podrían haber evitado recaudando y distribuyendo el dinero evadido? ¿O es que de lo que realmente se trata, lo que verdaderamente interesa es aprovechar la ocasión para demoler lo que con tanto esfuerzo se había construido en tantos años...?
Y así comienzan estos días, cada vez más frecuentes en el calendario, con el ánimo quebrantado desde muy temprano: ensayando preguntas, enhebrando dudas y perplejidades, avivando la indignación, mitigando en lo posible el desconcierto, la confusión, el hartazgo...
Bueno, a ver cómo se da el día.
                                                                           Darío

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