Sólo tu
amor y el agua...
Sólo tu amor y el agua... Octubre junto al
río
bañaba los racimos dorados de la tarde,
y aquella luna odiosa iba subiendo, clara,
ahuyentando las negras violetas de la
sombra.
Yo iba perdido, náufrago por mares de
deseo,
cegado por la bruma suave de tu pelo.
De tu pelo que ahogaba la voz en mi
garganta
cuando perdía mi boca en sus olas de
niebla.
Sólo tu amor y el agua... El río,
dulcemente,
callaba sus rumores al pasar por nosotros,
y el aire estremecido apenas se atrevía
a mover en la orilla las hojas de los
álamos.
Sólo se oía, dulce como el vuelo de un
ángel
al rozar con sus alas una estrella dormida,
el choque fugitivo que quiere hacerse
eterno,
de mis labios bebiendo en los tuyos la
vida.
Lo puro de tus senos me mordía en el pecho
con la fragancia tímida de dos lirios
silvestres,
de dos lirios mecidos por la inocente brisa
cuando el verano extiende su ardor por las
colinas.
La noche se llenaba de olores de membrillo,
y mientras en mis manos tu corazón dormía,
perdido, acariciante, como un beso lejano,
el río suspiraba...
Sólo tu amor y el agua...
Pablo García Baena: Rumor oculto (1946)
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