Lamentablemente
y como todo el mundo sabe, las previsiones le fallaron de nuevo a Zapatero y
no se cumplieron aquellos augurios. Al contrario, la economía fue empeorando
cada vez más hasta llegar a la gravísima
situación en la que nos encontramos actualmente. Algo que ya barruntaba Vicente
Verdú en El capitalismo funeral,
publicado en 2009, que yo he leído este fin de semana y que no sé si leería el
entonces presidente del gobierno.
Un fin de época
De
haberlo hecho, se habría enterado de que, según Verdú, la "gran
crisis" en la que nos encontramos inmersos es mucho más que un fenómeno
cíclico consustancial al capitalismo, mucho más que un grave problema económico:
la gran convulsión en que nos hallamos "posee el carácter de un fin de
época".
Diariamente,
nos despertamos -escribe Verdú- y el mundo aparece enredado con la inminente
posibilidad de algo peor. Lo temible se ha hecho real. La economía
contemporánea parece haberse convertido en un espectáculo autónomo y liberado
de razón. Las instituciones, moribundas casi todas, han perdido gran parte de su valor y su sentido en la
consideración de los ciudadanos. La corrupción afecta a todos los ámbitos y
sectores de la sociedad. Añádase a ello la proclamada pérdida de valores, el
incremento de la desigualdad, el fracaso de la escuela o de la justicia, el
hiperindividualismo, el hiperconsumismo... Vivimos en un mundo en el que los
riesgos se han globalizado y la globalización se manifiesta carente de control
global. Además, dice el autor, la crisis no es sólo la crisis, sino todo
aquello que se cree, se habla o se teme sobre la crisis. De ahí, el malestar
social y cultural, la sensación de catástrofe, de estar viviendo el ingreso en una
era desafortunada.
George Tooker: El subterráneo |
Como
ven, el panorama no puede ser más sombrío. Semeja un campo de batalla donde
todo es muerte y desolación, y en el que no parece que haya lugar para la
esperanza. De hecho, en el subtítulo equipara la crisis con la Tercera Guerra
Mundial.
Capitalismo de ficción
La
volatilización del dinero, el comportamiento incestuoso del capital, el
tratamiento y gestión de la basura o la muerte del automóvil son algunas de las
imágenes que Vicente Verdú rescata de ese campo de batalla. De fondo, la última
mutación del sistema capitalista, el "capitalismo de ficción", que "en
lugar de atenerse a producir objetos, se empeña en favorecer la producción de
experiencia, realidades de segundo orden que incrementan la posibilidad de
vivir y vivirse más". Un capitalismo -añade Verdú- en el que "lo real
es doblado por lo virtual, la posesión por la potencialidad de la posesión y la
riqueza por la capacidad de endeudamiento". Se trata, en fin, de esclarecer
los motivos de la crisis y de mostrar cómo "el capitalismo metamorfoseado
en naturaleza global no admite otra cosa que su pervivencia o el caos".
George Tooker: Edificio gubernamental |
La revolución horizontal
Al
final, algunos resquicios dejan entrar un poco de luz. "La revolución
horizontal", las nuevas formas de organización y
movilización social, la comunicación y la cooperación a través de la red, las
web sociales "permiten vislumbrar el nacimiento de otra época
humana", apunta Verdú, para quien "otro mundo debe ser posible puesto
que de éste hemos llegado a estar hartos".
Escrito
desde la inmediatez y la urgencia que impone el análisis del presente, en un
tono vehemente que en ocasiones puede resultar apocalíptico, y con el estilo
vivísimo característico del autor, El
capitalismo funeral no es un estudio formal en el que se ofrezca una visión
articulada de la crisis actual. En este ensayo, "escrito por el gusto de
pensar esta época y el disfrute de escribir en sí" según el propio autor,
el lector encontrará más intuiciones que datos, más metáforas que argumentos, más
emoción que objetividad. "Viene a ser lo contrario de la especialidad, la
profesión y el rigor", dice en el prólogo Vicente Verdú. Algo así como
una especie de desahogo.
Darío
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