Hay escritores con los que uno se encuentra en un momento determinado de
su vida y producen tal efecto que se quedan para siempre ahí, en un rincón de
la memoria, discretamente, sin hacer ruido. Pasan los años y el recuerdo de
aquel primer encuentro permanece indeleble. En mi caso, Slawomir Mrozek (Borzeçin,
Polonia, 1930) es uno de esos escritores.
Eran mis años de Universidad, hacia mediados de la década de los setenta
del pasado siglo. Yo andaba enredado en aventuras y proyectos teatrales y mis
dos fuentes fundamentales de lectura eran "Primer Acto", la revista
irrepetible que dirigía José Monleón, y aquella especie de milagro editorial
que fue la Colección Teatro de Ediciones Alfil, después Escélicer, que llegó a
publicar cerca de ochocientos textos dramáticos. En "Primer Acto" leí
Striptease y En alta mar; Tango y Feliz acontecimiento, en la Colección
Teatro. Y en el Teatro Alfil, de Madrid, asistí a la representación de Emigrantes, con una interpretación memorable
de José María Rodero y Agustín González.
Intenté leer otras obras de aquel peculiar dramaturgo polaco que
combinaba magistralmente imaginación y sentido del humor y a quien la crítica
relacionó enseguida con el teatro del absurdo; pero no pude: no estaban
traducidas al español. Después, bastante tiempo después, supe que, además de
dramaturgo, Mrozek es un excelente narrador, como lo prueban los títulos que
Acantilado viene publicando desde 2001, entre los que destacan Juegos de azar, La vida difícil, El elefante
o La
vida para principiantes, este diccionario
intemporal compuesto por 39 relatos breves que remiten a otros tantos
conceptos (desde ambición a verdad, pasando por democracia, mujeres o
revolución) y cuya lectura no deben perderse si quieren pasar un buen rato
leyendo (y pensando).
Aunque él asegura que nunca ha tratado de ser divertido, Mrozek -según
Marcel Reich-Ranizki- "es un humorista y por eso se toma las cosas en
serio. Es un autor satírico y por eso se ríe del mundo, porque quiere
mejorarlo. Es un hombre que cultiva el absurdo y pone de manifiesto los
contrasentidos, porque quiere provocar a la razón".
Lo dicho: no se lo pierdan.
Julián
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