Cuatro
momentos del proceso divino distingue Juan Escoto Erígena; cuatro momentos son quizá
distinguibles en la evolución de los escritores.
En el primero el escritor, aún
indiferenciado, es casi cualquier hombre; su voz, menos individual que
genérica, es la de todos. En el segundo
el escritor ha elegido un maestro; lo confunde con la literatura y
minuciosamente lo copia, porque entiende que apartarse de él en un punto es
apartarse de la ortodoxia y de la razón. En el tercero, que no todos alcanzan, el escritor se encuentra
consigo mismo, como en ciertas ficciones orientales, célticas o germánicas.
Encuentra su cara, su voz.
Hay un cuarto momento que yo no he alcanzado, que muy pocos
alcanzan. En el primero, lo repito, el escritor es todos; en el segundo, es otro;
en el tercero, es él; en el cuarto, es otra vez todos, pero con plenitud.
Así los buenos versos de Shakespeare son manifiestamente de Shakespeare, pero
los mejores, los eternos, ya no son de él. Tienen la virtud de parecer de cualquier
hombre, de cualquier país.
*
El
verdadero tema de un escritor es ser fiel a sus fantasmas, liberándose de ellos
al escribir.
*
Yo creo
que todo influye en un escritor. Además un escritor no es una persona que
conozca el oficio de escribir; es, ante todo, una persona especialmente
sensible a los hechos, a las cosas. Lo principal es la sensibilidad poética, lo
demás es mera literatura... Lo demás es oficio.
*
El
deber de cada uno es dar con su voz. El de los escritores, más que nadie.
*
Leer y
escribir son formas accesibles de la felicidad.
Jorge
Luis Borges
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