martes, 12 de junio de 2012

Estado del bienestar / 1

(De los orígenes)


La edad de oro, el período que transcurre desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta mediados de los setenta, fue el resultado de la peculiar combinación keynesiana de crecimiento económico en una economía capitalista basada en el consumo masivo por parte de una población activa plenamente empleada y cada vez mejor pagada y protegida.
Estaba combinación fue posible por:
[a] El consenso político entre la izquierda y la derecha en la mayoría de los países occidentales, una vez eliminada la extrema derecha fascista y ultranacionalista por la segunda guerra mundial, y la extrema izquierda comunista por la guerra fría;
[b] El acuerdo tácito o explícito entre las organizaciones obreras y las patronales para mantener la demanda de los trabajadores dentro de unos límites que no mermaran los beneficios, y que mantuvieran las expectativas de tales beneficios lo bastante altas como para justificar las enormes inversiones sin las cuales no habría podido producirse el espectacular crecimiento de la productividad laboral de la edad de oro.
En la práctica, los acuerdos eran a tres bandas, con las negociaciones entre capital y mano de obra [los ‘interlocutores sociales’] presididos formal o informalmente por los gobiernos.  
Michael Sowa: Melancolía de una noche de verano
Los acuerdos resultaban aceptables para todas las partes. Los empresarios, a quienes apenas les importaba pagar salarios altos en plena expansión y con cuantiosos beneficios, veían con buenos ojos la posibilidad de prever que les permitía planificar por adelantado. Los trabajadores obtenían salarios y beneficios complementarios que iban subiendo con regularidad, y un estado del bienestar que iba ampliando su cobertura y era cada vez más generoso. Los gobiernos conseguían estabilidad política, debilitando así a los partidos comunistas [menos en Italia], y unas condiciones predecibles para la gestión macroeconómica que ahora practicaban todos los estados.
Después de la segunda guerra mundial, en la década de los cincuenta este consenso gravitó alrededor de la derecha (conservadores, democristianos); en los sesenta, con la desaparición de la vieja generación que había presidido la estabilización y el renacimiento del sistema capitalista (Eisenhower, Adenauer, MacMillan, De Gaulle) se produjo un rejuvenecimiento de la política y un giro a la izquierda.
Existe un claro paralelismo entre el giro a la izquierda y el acontecimiento público más importante de la década: la aparición del estado del bienestar en el sentido literal de la expresión, es decir, estados en los que los gastos en bienestar –subsidios, cuidados sanitarios, educación, etc- se convirtió en la mayor parte del gasto público total, y la gente dedicada a actividades de bienestar social pasó a formar el conjunto más importante de los empleados públicos.

E. Hobsbawm: Historia del Siglo XX. Crítica, Barcelona, 1995, págs. 284-287.

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