domingo, 13 de noviembre de 2011

La campaña electoral en Laramie


1 / Prolegómenos
La idea fue de Marta y Carlota: reunirnos en Laramie el lunes para ver juntos el debate televisado 'Rubalcaba versus Rajoy'. Julián, Teresa, Darío y yo nos sumamos en seguida a la iniciativa.
¿Y tú qué dices?, le preguntó Teresa a rarodeluna, que se mantuvo distante y en silencio.
rarodeluna.- Que no me interesa en absoluto lo que vayan a decir. No soporto su hipocresía y su cinismo. Y además yo soy...
Darío.- ¿Un hombre al uso que sabe su doctrina?
rarodeluna.- Déjalo, Zélig.
Darío.- Es un verso de Machado...
rarodeluna.- Insisto: déjalo. ¿Vale?
Julián.- Te está provocando. No le hagas caso.
rarodeluna.- Ya lo sé. Pero, ¿por qué queréis ver lo que sin duda será un espectáculo aburrido, monocorde, ineficiente, mediocre?..
Darío.- Ya ves: nos va la marcha...
Teresa.- Ya está bien, Darío.

René Magritte: El espejo falso

rarodeluna.- ... Rajoy y Rubalcaba son las dos caras de una misma moneda, dos versiones de una misma política. Prestarles atención es legitimar esa política.
Marta.- ¿Legitimar una política por el simple hecho de escuchar lo que dice quien defiende y ampara esa política? Esa legitimación le vendrá más bien de sus votantes, ¿no te parece? 
Carlota.- Para mí, la cuestión es que dentro de tres o cuatro semanas uno de ellos se pondrá al frente del gobierno y comenzará a adoptar decisiones que (y esto tenlo por seguro) nos afectarán a todos.
Julián.- Lo que tratamos de decirte es que queremos que estés con nosotros el lunes..
Darío.- La cuestión, poeta, es: ¿quién va alimentar el fuego, si tú te llevas la canción? No faltes, ¿de acuerdo?
Carlota.- Por cierto, tenemos que decírselo a Antonio.
Teresa.- Y a Claudio.
Marta.- Julián, ¿hablas tú con Claudio y nosotras se lo decimos a Antonio?
Julián.- Lo haré. Pero no garantizo nada.
No fue fácil convencer a uno y a otro.

¿El lunes? -dijo Antonio antes de que Marta terminara de plantearle la propuesta-. Imposible: hoy es sábado y son cerca de las once de la noche; mañana es domingo y todo está cerrado; y el lunes no hay mercado; y si no hay mercado, no hay cena. Y yo no abro Laramie a mis amigos a las nueve de la noche -concluyó Antonio- si no puedo ofrecerles de cenar, como es habitual en esta casa.
No sé cómo, Marta y Carlota consiguieron convencer a Antonio, que aceptó (me parece que sin demasiado entusiasmo) preparar una cena fría para la noche del lunes. Pero, con una condición -les dijo a Marta y a Carlota-: la próxima vez, o me avisáis con suficiente antelación o no hay cena.

Caravaggio: Tañedor de laúd
Claudio estaba sentado frente al ordenador, con los auriculares puestos. Mientras escucho Música para conjunto de laúdes, estoy dándome un paseo por la exposición El Hermitage en el Prado -nos dice a Julián y a mí, quitándose los auriculares-. Posiblemente la visitaré la próxima semana. Y vosotros, ¿qué tal? Presiento que queréis algo de mí. No me equivoco, ¿verdad?
En efecto, le respondió Julián, que le contó el plan previsto para el lunes. Claudio apagó el ordenador y guardó los auriculares en su bolso. Recogió lo que tenía sobre la mesa: un cuaderno, un bolígrafo y una agenda de bolsillo, en la que hizo una anotación antes de guardarla. Lo hizo con cuidado y en silencio, sin prisas. Cuando comprobó que cada cosa estaba en su sitio, dijo: está bien; me pasaré por aquí el lunes. Y después ya veré si me quedo hasta al final o me marcho antes. ¿Sorprendidos? En cierto modo, sí -le respondió Julián. Pensábamos que nos ibas a decir que no. Yo también pensé lo mismo, cuando me referías la propuesta -dijo Claudio-: decir que no.  Teniendo en cuenta los antecedentes, los protagonistas y el modo en que se ha organizado el llamado debate, estoy convencido de que no será tal, un debate. Lo más probable es que volvamos a asistir a una de esas paupérrimas escenificaciones acartonadas, rígidas, carentes de espontaneidad y frescura que se reproduce en cada campaña y se mantiene en el Congreso a lo largo de toda la legislatura... Pero no quiero perderme los comentarios de Darío y de rarodeluna.

2 / El debate
Cuando llegué a Laramie el lunes, eran ya casi las nueve. Pensé que sería el primero, pero ya habían llegado todos, salvo Claudio. Cuando pregunté por él a Julián, éste me dijo: no te preocupes; vendrá. Y, en efecto, Claudio llegó en el momento justo en que Antonio servía un suave y refrescante Bellini, una auténtica delicia.
Mientras esperábamos que comenzara el debate, hablamos de las elecciones con desgana, pero con preocupación. Tal vez porque, como apuntó Marta, hemos aceptado sin más, como una inexorable fatalidad, que a partir del 20 de noviembre la derecha gobernará con mayoría absoluta. Mucho más que absoluta, añadió Julián: hegemónica. No te olvides de Ayuntamientos y Comunidades Autónomas.
Carlota.- Es natural, ¿no?
Julián.- Hombre, tanto como natural...
Carlota.- Quiero decir que la gente está desengañada con el PSOE, que se dice de izquierdas y luego hace políticas de derechas.
Teresa.- Desengañada y cabreada...
Marta.- Pues que cambien su voto. ¿O es que no hay otras opciones de izquierdas?
Darío.- Las hay, pero con escasísimas posibilidades...
Marta.- Ese es el rollo de siempre: como tienen pocas posibilidades no los voto; como no los voto, tienen pocas posibilidades...
Carlota.- Y no sólo eso: tenemos un sistema electoral que favorece el bipartidismo y penaliza a las minorías.
Antonio.- A todas no: pensad en los nacionalistas. Pero esa es otra historia...
Julián.- En este caso me parece que es la misma historia, Antonio. Pero no basta con modificar el sistema electoral. Hay que emprender cambios mucho más profundos...
Marta.- La cuestión es que el 21 de noviembre la derecha puede ser hegemónica en este país...
Teresa.- Porque la derecha es una...
Darío.- Eso me suena.
Teresa.- ... y la izquierda es un conglomerado de opciones, que además no siempre se llevan bien entre ellas.
rarodeluna.- A mí me parece que esos esquemas pertenecen al pasado, que hay que inventar nuevas formas de participación, de presencia real en la política, en la toma de decisiones. Eso es lo que reclaman los indignados que se movilizan en todo el mundo.
Darío.- Hablando de indignados: ¿sabéis por dónde anda la gente del 15M?
Claudio.- Venga, callaros ya, que va a empezar el debate. ¿No queríais verlo?

René Magritte: Los amantes

Al final se cumplieron (lamentablemente) todas las previsiones. Ni una sorpresa, ni un gesto siquiera que corrigiera esas pesimistas previsiones. No podía ser de otra manera -comentó Marta-: todo estaba tasado, pactado, cronometrado... Un montaje, una mala representación y un peor ejemplo de lo que debe ser un debate, apostilló Teresa. ¿Y qué me decís de la estética postfaraónica del plató?, preguntó Darío. Con momia incluida. ¿O no fue ese el papel de Campo Vidal?, apostilló.
Después de sopesar pros y contras, todos estuvimos de acuerdo en que en Laramie la campaña electoral estaría presente de otra manera. Buscaremos textos que nos ayuden a pensar, a reflexionar sobre todas aquellas cuestiones que nos interesan porque nos preocupan.

Las cuatro estaciones
Como es costumbre, en cada una de las cuatro esquinas del salón, nuestras cuatro estaciones, dejamos algunas propuesta y varias sugerencias. Rescato dos libros recientemente publicados:
La soledad del azar, de Juan Cobos Wilkins, es una colección de relatos que giran en torno al dolor y la soledad, el asombro y la perplejidad ante la vida, la denuncia de lo infame y de la injusticia, la plasticidad vital de las emociones y la ubicua complejidad de los sentimientos. Y de la ineludible presencia del azar. Que es tal vez otra manera de nombrar el misterio. 
Como en Diario de un poeta Tartesso (1990), el autor divide el libro en dos secciones: Haz y Envés. Dos ámbitos, el de la luz y el de la sombra; dos caras, lo visible y lo invisible; dos mundos, lo cotidiano y lo imprevisto; dos miradas, que conjugan lo real y lo imaginario. Y como ocurre con los poemas de Diario..., en La soledad del azar los relatos se engarzan sutilmente entre sí, se reflejan unos en otros, como en una serie cromática o en un laberinto de espejos. En la raíz de todos ellos, experiencias y situaciones vividas  por el propio autor. Hace ahora treinta años que Juan Cobos Wilkins publicó su primer libro, El jardín mojado. A lo largo de estos años, sin hacer concesiones de ningún tipo, fiel siempre a su mundo y a su poética, conjugando ética y estética, pasión y armonía, emoción y misterio, escritura y paraíso, el autor de El corazón de la tierra, Llama de clausura, La Huelva Británica o Biografía impura, se ha convertido en uno de los escritores más personales de su generación. La soledad del azar es una buena prueba de ello.

 
Metro, de Federico Abad, es un libro de poemas. inusitado, en cierto modo original, en el que la ironía y el juego van de la mano en este insólito viaje por la métrica clásica: desde la seguidilla al soneto, pasando por la copla, la lira o la octava real.
Federico Abad -escribe José Ángel Cilleruelo en su blog- resuelve las estrofas clásicas, aún las más intricadas, con una flexibilidad que impresiona. Consigue engastar una escritura contemporánea, casi coloquial, en formas que sólo se han dominado en épocas áureas.
Narrador, poeta y músico Abad ha publicado la novela juvenil Quince, y varios libros de poesía: Viaje al marsupio, La estratagema, Atolones y La noche del siglo veinte. Es autor asimismo de ¿Do re qué?, una guía práctica de iniciación al lenguaje musical.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Resistir y cambiar



1/
"A primera vista, la crisis se manifiesta no sólo como fractura de un continuum, una perturbación en un sistema hasta entonces aparentemente estable, sino también como  crecimiento de los riesgos y, por tanto, de las incertidumbres"
En nuestras sociedades, la crisis se presenta no como un accidente, sino como "un modo de ser".

2/
"Debemos resistir a la nada. Debemos resistir a las formidables fuerzas de regresión y de muerte. En todas las hipótesis hay que resistir. Parar la muerte es resistir. Luchar contra la barbarie es resistir... Desde hoy en día debemos, tendremos que resistir a la mentira sin cesar, al error, a la Salvación, a la resignación, a la ideología, a la tecnocracia, a la burocracia, a la dominación, a la explotación, a la crueldad...

 3/
"Al mismo tiempo, debemos saber que no podremos superar la amenaza mortal más que por una transformación muy grande y múltiple que pueda revolucionar las condiciones del problema. 'Si el hombre quiere vivir, debe cambiar', decía Jaspers... Aquí reaparece la idea de Revolución, es decir, de una transformación radical que afectaría a la vez al individuo, a las relaciones interindividuales y a la organización social de los Estados-nación, y que haría emerger a la humanidad en cuanto humanidad. Pero esta nueva idea de revolución debe ser purgada de toda Salvación..."

4/
"La palabra revolución debe ser completamente repensada. La nueva idea de revolución no es ni de promesa ni de culminación. No es ya la palabra solución es ya la palabra-problema... No hay ya un partido mesías, una clase mesías, un pueblo mesías, una idea mesías...
"La Revolución no depende ya de un operador principal (el partido, el proletariado), de una acción principal (la toma del poder), de un núcleo social principal (los medios de producción); necesita una multiplicidad de cambios / transformaciones / revoluciones a la vez autónomos e interdependientes en todos los dominios (incluido necesariamente el del pensamiento).

                                                        Edgar Morin


martes, 8 de noviembre de 2011

Antología parcial / 31





HISTORIAS FINGIDAS Y VERDADERAS

Estas historias que se acercan tanto
a la verdad, son puro fingimiento:
no ostentan otro firme fundamento
que la verdad que veo y toco en cuanto

escribo y finjo que soñé: vi tanto,
tanta realidad se llevó el viento,
que imaginé ya fútil aspaviento
vida, sueño, verdad, historia, espanto.

Nací en España, y en España apenas
engendra la razón sino hórreos sueños
y lo que existe, existe a duras penas.

Tal fue la historia de mi vida: imagen
real y semejanza de los sueños
de mi patria. Compruébenlo, barajen.

[1968]
  
Blas de Otero: Hojas de Madrid con La galerna (2010)

Izquierda / Derecha (1)


 "Al final del siglo XX, existe una confusión fundamental de perspectiva política, una incertidumbre general sobre qué es izquierda y qué es derecha... Las grandes tradiciones políticas modernas del liberalismo, el conservadurismo y el socialismo, el pan de cada día de los intelectuales políticos de la era moderna se han visto socavadas por el derrumbamiento del comunismo y el anticomunismo, y por las crisis de los Estados de Bienestar de Europa y Norteamérica. Ello proporciona la posibilidad de evitar los viejos clichés ideológicos del pasado reciente, redescubrir las responsabilidades discursivas de los intelectuales, esquivar las tentaciones ideológicas, pero también conduce a confusiones políticas... El repertorio de ideas políticas que hemos heredado se ha quedado asombrosamente viejo. 
La vejez es un problema especial para la izquierda política... y la izquierda cultural académica... [que proceden] sin tener en cuenta las dimensiones del cambio en la cultura política global tras la caída del comunismo... Puede que a muchos no les gusten los paquetes de la derecha presentados por los neo -y no tan neo- conservadores, [...:] presupuestos equilibrados, rezar en los colegios, privatización de los servicios públicos, de la seguridad social a la escolarización, son los temas centrales de la agenda política de después de la guerra fría...
La izquierda está diezmada y es incapaz de presentarle un desafío [a la derecha]. Mientras la izquierda se ha desintegrado, la derecha prevalece, permaneciendo indisputada. Por tanto, a corto plazo, para prestar coherencia a las deliberaciones políticas es esencial que la izquierda no deconstruya, sino que reconstruya su narración política de ilustración y libertad, no como una gran narración de verdad absoluta, sino como un punto de unión en torno al cual pueden centrarse las narraciones menores de un mundo pluralista".

                                               Jeffrey C. Goldbard

sábado, 5 de noviembre de 2011

El intelectual melancólico


1/

A Jordi Gracia no le gustan esos tipos que van lloriqueando por las esquinas, doliéndose de la oquedad del presente, lamentando pérdidas y ausencias, abundando en la nostalgia, alimentando la melancolía. (A mí tampoco; que conste). Y dedica cien páginas no tanto a rastrear los motivos que explican una actitud, como a mostrar las raíces de una dolencia.
"Casi siempre el melancólico de hoy -dice el autor- fue el progresista ilustrado y burgués de la Europa del sesentayocho. Fue un joven iconoclasta y hoy es un adulto resentido por el fracaso de su utopía menor pero sobre todo porque el cambio social ha tomado una dirección para la que no tiene mapa ni brújula". Desengañado, frustrado, resentido..., "el melancólico se convierte en portavoz mortificado de un desánimo social que sobre todo traduce el suyo propio". 
Según Gracia, lo que le pasa al intelectual melancólico es que no se ha enterado de que por primera vez España se ha homologado a los usos y costumbres intelectuales del mundo occidental. No sabe que "la producción intelectual de calidad hoy lleva el ritmo y la probidad que habitualmente ha llevado en Francia, en Inglaterra, en Alemania o en Estados Unidos". O que "ahora las aulas [universitarias] ya no son pretextos para fabulaciones esotéricas sobre la sociedad del futuro sino lugares profesionales con infinidad de jetas incrustados [sic], cantidades considerables de profesionales de relieve medio y un puñado de profesores capaces de promover líneas de trabajo productivas y ejemplares"...
El intelectual melancólico incurre -concluye el autor- en "un injustísimo y rencoroso reaccionarismo porque se vuelve incapaz de evaluar el progreso real y social, masivo, de la población en Occidente". Y lo que es peor: atado a los iconos de su juventud (Walter Benjamin, Michel Foucault, Guy Debord...) ignora u olvida textos decisivos como El sueño del humanismo, de Francisco Rico. En fin.
Como panfleto, a este texto le sobran páginas y retórica; le falta coraje para dar los nombres y citar los títulos que justifican su discurso.

                                                                  Julián

2/

Hace siete años Jordi Gracia publicó un largo ensayo dedicado a los intelectuales españoles de ideología liberal que colaboraron con el fascismo y su institucionalización en forma de Estado franquista: La resistencia silenciosa, "un homenaje imperfecto a las formas sutiles, indirectas, de resistir y combatir la mentalidad franquista".
No sé si imperfecto, pero desde luego se trata de un ensayo sorprendente y osado. Y es que, para Gracia, "la resistencia contra la barbarie empezó por un ejercicio de reeducación lingüística, una cura de adelgazamiento retórico: poner a dieta la lengua del fascismo era el primer paso para resistirse a la infección mental, ética y política de la epidemia irracionalista".
Nada de cárceles, represión, exilio, lucha clandestina... En el discreto recogimiento de su gabinete, sin hacer ruido ni levantar la voz, sin molestar a nadie, aquellos intelectuales preservaron "la solidaridad profunda entre un modo de pensar el mundo y un tono de voz o estilo" y protagonizaron. según declara admirativamente el autor del ensayo, "una forma de disidencia ética con textura estética" [sic].
Empeñado en demostrar "una continuidad liberal veraz y legítima" en los años de la dictadura, Gracia encuentra "las raíces del presente" en la subsistencia de la tradición liberal en el largo período franquista. Y concluye: "la cultura de la democracia ha sido el resultado de una ruta empezada hace más de medio siglo, de manera casi invisible, pero real, cierta y perdurable".
La comprensiva indulgencia que muestra el autor en La resistencia silenciosa es inversamente proporcional a la severa acritud que airea en El intelectual melancólico. Profunda y arraigada tradición liberal, por un lado; caduca y fracasada utopía progresista, por otro. Es un ejemplo de congruencia ideológica, ¿no? Pues eso.

                                                       Darío


3/

"Lo raro entre la gente de mi edad, en torno a la cuarentena, es que la propensión mítica o legendaria la tenemos poco desarrollada. Quizá porque el sueño, o el señuelo, de la revolución nos llegó ya muy desactivado o cuando prácticamente todo había acabado. Ni siquiera nos adorna una derrota de bulto o la decencia de haber creído alguna vez en algo grande y verdadero. En una democracia sin barullo utópico, hemos cumplido la ruta de apacibles burgueses reformistas, votantes de izquierda con la conciencia tranquila, solidarios de cuenta corriente y manifestación invariablemente lúdica. No tenemos causas perdidas ni paraísos robados"

                                                       Jordi Gracia

[remitido por Claudio]