La
poesía tiene que ver sobre todo con el sentimiento y la emoción.
La
poesía no consiste en dejar suelta la emoción, sino en escapar de la emoción;
no es la expresión de la personalidad, sino un escape de la personalidad.
La única
manera de expresar la emoción en una forma artística es encontrando un
correlato objetivo; en otras palabras, una serie de objetos, una situación, una
cadena de acontecimientos que habrán de ser la fórmula de esa particular
emoción, de modo que cuando los hechos externos, que deben acabar en una experiencia
sensorial, se produzcan, se evoque de inmediato, la emoción.
La
música de la poesía debe ser una música latente en el habla común de su tiempo.
En
cierto sentido, en un sentido muy limitado, el poeta sabe mejor que los demás
lo que sus poemas "significan": conoce la historia de su composición,
el material que ha entrado en ellos para adquirir una forma reconocible, lo que
intentaba hacer y lo que pretendía decir. Pero el significado de un poema
depende tanto de lo que significa para los demás como de lo que significa para
su autor.
Si la
poesía es una forma de "comunicación", lo que se comunica es el poema
mismo y sólo incidentalmente la experiencia y el pensamiento que se ha vertido
en él.
El
deber del poeta es con su lengua: consiste primero en preservarla, y segundo en
extenderla y mejorarla. Al expresar lo que sienten otros también cambia el
sentimiento, porque lo vuelve más consciente; permite que las personas se
apropien de lo que sentían, y por lo tanto les enseña algo sobre sí mismos.
Al
imponer un orden creíble a la realidad y al sacar por ello una percepción de
orden en la realidad, la función del arte consiste en último término en
llevarnos a una condición de serenidad, de silencio y de reconciliación.
La
emoción del arte es impersonal.
T. S. Eliot
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