La sinceridad es el gran obstáculo que el artista tiene que vencer.
El
valor esencial del arte consiste en que es el indicio del tránsito del hombre
en el mundo, el resumen de su experiencia emotiva de él.
La obra
de arte consiste fundamentalmente en una interpretación
objetivada de una impresión subjetivada.
El arte
no guarda relación con la moral en cuanto al fin, sí en cuanto al contenido.
El
primer grado de la poesía lírica es aquel en que el poeta de temperamento
intenso y emotivo expresa espontánea o reflexivamente ese temperamento y esas
emociones. El es tipo más vulgar de poeta lírico; es también el de menos
mérito.
El
segundo grado de la poesía lírica es aquel en que el poeta, por más intelectual
o imaginativo, incluso sólo por más culto, no tiene ya la simplicidad o la
limitación emocional [del primero]. Este también será típicamente un poeta
lírico en el sentido vulgar, mas no será ya un poeta monocorde.
El
tercer grado de la poesía lírica es aquel en que el poeta, más intelectual aún,
comienza a despersonalizarse, a sentir no ya porque siente, sino porque piensa
que siente; a sentir estados del alma que no tiene realmente, sencillamente
porque los comprende. El temperamento del poeta, sea cual sea, está disuelto
por la inteligencia.
El
cuarto grado de la poesía lírica es aquel, mucho más raro, en que el poeta, aún
más intelectual pero igualmente imaginativo, entra en plena despersonalización.
No sólo siente, sino que vive los estados del alma que no tiene directamente.
La
poesía es la emoción expresada en ritmo a través del pensamiento.
Tiende
el poeta corriente y puramente sentimental a caer en el defecto de la retórica
y el sentimentalismo; tiende el poeta místico a caer en el defecto de la
excesiva mezcla de lo ideal y lo real, de lo espiritual y lo terreno; tiende,
por último, el poeta simple y realista a caer en el defecto de la expresión
llana y trivial. Estos son los tres defectos en los que acostumbra a caer la
poesía sana: exageración del sentimiento poético, deficiencia del sentimiento
poético y confusión del sentimiento poético.
Fernando
Pessoa
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