"La
historia moderna ha sido un relato de bienestar material, valores liberales,
derechos civiles, política democrática y justicia social; y una pesadilla
atroz. Estas dos fábulas no son en modo alguno independientes. La condición de
los pobres es intolerable en parte porque los recursos para aliviarla existen
en abundancia. El hambre es espantosa en parte porque es evitable. El cambio
social es necesario debido al lamentable estado en que se encuentra el planeta,
pero también es posible gracias a los avances materiales [...].
En
cierto sentido, la necesidad de revolución es realismo puro. Ningún observador
ilustrado moderadamente inteligente podría sondear el estado del planeta y
concluir que se podría arreglar sin una transformación profunda [...].
Juan Genovés: Arcos |
Sin
embargo, hablar de transformación profunda no supone decir nada acerca de la
forma que podría adoptar el cambio. Las revoluciones se caracterizan por lo
asentadas que están, no por lo veloces, sangrientas o súbitas que son. Algunos
procesos de reforma poco sistemáticos han supuesto más violencia que algunas
insurrecciones armadas. Las revoluciones de las que nosotros somos producto
tardaron varios siglos en completarse. No se hicieron en nombre de un futuro
utópico, sino debido a las deficiencias del presente.
Como
señalaba Walter Benjamin, son los recuerdos de los antepasados esclavizados, y
no los sueños de liberar a los nietos,
los que impulsan a los hombres y mujeres a rebelarse. Esta es, en pocas
palabras, la respuesta radical a la famosa pregunta: '¿Qué ha hecho la
posteridad por nosotros?'. Nadie en su sano juicio soportaría los trastornos
del cambio radical en nombre de algún experimento teóricamente incierto. Como
sucedió con la caída del apartheid o con el desmoronamiento del comunismo,
estos cambios sólo se producen cuando son necesarios. Es cuando no es probable
que una alternativa viable al régimen actual sea más dura que el propio régimen
cuando la gente puede llegar a tomar la decisión eminentemente racional de no
continuar con lo establecido".
Terry Eagleton: Después de la teoría, Debate, págs. 186-187.
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