La barbarie ha ido en aumento durante la mayor parte del
siglo XX, y no hay ninguna señal de que este aumento haya terminado [...]
Barbarie significa dos cosas: [a] el trastorno y la ruptura de los sistemas de
reglas y comportamiento moral, por los cuales todas las sociedades regulan el
comportamiento entre sus miembros y, en menor medida, entre sus miembros y los
de otras sociedades [... b] la inversión de lo que podríamos llamar "el
proyecto de la Ilustración del siglo XVIII", a saber: la instauración de
un sistema universal de reglas y principios de comportamiento moral que se
hallaban encarnados en las instituciones de estados dedicados al progreso
racional de la humanidad: a la Vida, a la Libertad y a la búsqueda de la
Felicidad, a la igualdad y a la Fraternidad [...]
Una de las pocas cosas que se interponen entre nosotros y un
descenso acelerado hacia las tinieblas es la serie de valores que heredamos de
la Ilustración del siglo XVIII. Es una opinión que no está de moda en la actualidad,
toda vez que se rechaza la Ilustración porque se la considera superficial,
intelectualmente ingenua o una conspiración de hombres blancos y ya fallecidos
que usaban peluca y se proponían aportar el fundamento intelectual del
imperialismo occidental. Puede que sea o no sea esto, pero es también el único
fundamento de todas las aspiraciones a edificar sociedades apropiadas para que
en ellas vivieran todos los seres humanos en cualquier parte de esta tierra, y
para la declaración y la defensa de sus derechos humanos como personas. En todo
caso, el progreso de la civilidad que tuvo lugar desde el siglo XVIII hasta los
comienzos del XX lo lograron, abrumadora o exclusivamente bajo la influencia de
la Ilustración, gobiernos constituidos por absolutistas ilustrados, así como
revolucionarios y reformadores, liberales, socialistas y comunistas, todos los
cuales pertenecían a la misma familia intelectual. No lo lograron sus críticos.
Esta época, en la que el progreso no sólo se suponía que era tanto material
como moral, sino que lo era realmente, ha tocado a su fin. Pero el único
criterio que nos permite juzgar el consiguiente descenso a la barbarie, en vez
de limitarnos a dejar constancia del mismo, es el antiguo racionalismo de la
Ilustración.
Lo que ha hecho que las cosas fueran peores, lo que sin duda
hará que empeoren en el futuro, es ese desmantelamiento constante de las
defensas que la civilización de la Ilustración había levantado contra la
barbarie [...] Lo peor del asunto es que nos hemos acostumbrado a lo inhumano.
Hemos aprendido a tolerar lo intolerable.
Eric Hobsbawm:
Sobre la historia (1998)
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