Leo en
la prensa que los mercados están
contentos con el proyecto de reforma de las pensiones planteado por el grupo de
expertos convocado por el Gobierno. Pero
parece que la troika no está
satisfecha del todo: dice que hay que ajustar
todavía más; quiere más rigor, término apodíctico y recurrente
entre los ejecutivos de la Unión
Europea. Así, Joaquín Almunia, con ese
tono solemne e insustancial que le caracteriza y ese rictus que lo delata, lo suele
utilizar como sinónimo de firmeza, de solidez. Pero la realidad es otra: rigor es el eufemismo con el que en
Bruselas gente como Almunia evita referirse al sacrificio impuesto a los más
débiles y encubre su complicidad con los poderosos.
Dorrit Black: Los contrabajos |
Frente
al discurso aparentemente neutro de los expertos,
que traslada el debate sobre la crisis a una cuestión de números y balances, de
réditos y porcentajes, de deuda y beneficios, hay que articular un discurso
decididamente comprometido que afronte la crisis como una cuestión de
principios. Los expertos y quienes los nombran tienen que saber que el derecho
a la educación, la atención sanitaria universal, el salario mínimo o las
pensiones constituyen otras tantas conquistas en favor de la libertad, la
justicia y la igualdad, a los que no estamos dispuestos a renunciar.
En el
caso de las pensiones, debe quedar muy claro que, después de una vida entregada
al trabajo, el gobierno tiene el deber de asegurarle a sus ciudadanos que
puedan jubilarse con dignidad y no se vean obligados a vivir en la pobreza. Y
para ello es necesario contar con un sistema público de seguridad social
"para todos los ciudadanos, que garantice la asistencia y prestaciones
sociales suficientes ante situaciones de necesidad, especialmente en caso de
desempleo". Lo dice el artículo 41
de la Constitución española.
Pues
eso.
Marta
No hay comentarios:
Publicar un comentario