Canción de Aniversario
Porque
son ya seis años desde entonces,
porque
no hay en la tierra, todavía,
nada
que sea tan dulce como una habitación
para
dos, si es tuya y mía;
porque
hasta el tiempo, ese pariente pobre
que
conoció mejores días,
parece
hoy partidario de la felicidad,
cantemos,
alegría!
Y luego
levantémonos más tarde,
como
domingo. Que la mañana plena
se nos
vaya en hacer otra vez el amor,
pero
mejor: de otra manera
que la
noche no puede imaginarse,
mientras
el cuarto se nos puebla
de sol
y vecindad tranquila, igual que el tiempo,
y de
historia serena.
El eco
de los días de placer,
el
deseo, la música acordada
dentro
en el corazón, y que yo he puesto apenas
en mis
poemas, por romántica;
todo el
perfume, todo el pasado infiel,
lo que
fue dulce y da nostalgia,
¿no ves
cómo se sume en la realidad que entonces
soñabas
y soñaba?
La
realidad —no demasiado hermosa—
con sus
inconvenientes de ser dos,
sus
vergonzosas noches de amor sin deseo
y de
deseo sin amor,
que ni
en seis siglos de dormir a solas
las
pagaríamos. Y con
sus
transiciones vagas, de la traición al tedio,
del
tedio a la traición.
La vida
no es un sueño, tú ya sabes
que
tenemos tendencia a olvidarlo.
Pero un
poco de sueño, no más, un si es no es
por
esta vez, callándonos
el
resto de la historia, y un instante
—mientras
que tú y yo nos deseamos
feliz y
larga vida en común—, estoy seguro
que no
puede hacer daño.
Jaime Gil de Biedma: Moralidades (1966)
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