El panorama político-cultural de comienzos del
siglo XXI está marcado, según Raffaele Simone, por una doble constatación. De un lado, la
profunda crisis de la izquierda en sus distintas formas; de otro, la exultante aparición de una derecha globalizada
y mediática que quiere parecer moderna y vital, que promete felicidad y
bienestar para todos, aunque en realidad tiene unos intereses y unas miras totalmente
distintos. Es la Neoderecha, el rostro sonriente del capitalismo voraz y
planetario, de este nuevo despotismo que degradará a los hombres sin
atormentarlos: el Monstruo Amable, "el
semblante metamórfico que ha asumido el Leviatán en la era global".
Si la Neoderecha avanza mientras que la izquierda está pasando apuros -escribe Simone- no es sólo por razones políticas. Este fenómeno tiene que ver con la cultura de la modernidad entendida como sistema económico-ideológico total. Yo estoy convencido -añade- de que la Neoderecha está imponiéndose porque puede contar con un paradigma de cultura extraordinariamente atractivo y afable, envolvente y difundido, que le va a garantizar durante una buena temporada la primacía no solo en los Parlamentos y en los puestos de mando, sino sobre todo en los usos y costumbres de la gente, es decir, en la vida de todos y cada uno de nosotros. El monstruo amable (Taurus, 2012) es un intento, exigente y radical, de analizar los rasgos esenciales de este paradigma.
Si la Neoderecha avanza mientras que la izquierda está pasando apuros -escribe Simone- no es sólo por razones políticas. Este fenómeno tiene que ver con la cultura de la modernidad entendida como sistema económico-ideológico total. Yo estoy convencido -añade- de que la Neoderecha está imponiéndose porque puede contar con un paradigma de cultura extraordinariamente atractivo y afable, envolvente y difundido, que le va a garantizar durante una buena temporada la primacía no solo en los Parlamentos y en los puestos de mando, sino sobre todo en los usos y costumbres de la gente, es decir, en la vida de todos y cada uno de nosotros. El monstruo amable (Taurus, 2012) es un intento, exigente y radical, de analizar los rasgos esenciales de este paradigma.
Promesas incumplidas
El punto de partida
es "el análisis de un hecho objetivo que está a la vista de todo el mundo:
desde hace tiempo, en Occidente, la izquierda en sus distintas formas está en
retroceso, y en todas partes sus principios fundamentales son objeto de ataque
o están en declive". Al descrédito de la experiencia histórica del
comunismo soviético y al devenir contradictorio y en ocasiones claudicante de
la socialdemocracia, se une actualmente la incapacidad para ofrecer
alternativas al consumismo febril y para ofrecer respuestas a la crisis
económica.
A ello hay que
añadir -según el autor- tres grandes cambios que en las últimas décadas del
siglo XX han debilitado fatalmente a la izquierda y sus fundamentos: la disolución
de la clase obrera como Clase General, la transformación antropológica y
económica de sus simpatizantes y la desaparición de los jóvenes de la esfera
política.
Juan Genovés: Pistas |
La izquierda ha
fracasado, dice Simone, porque no ha logrado materializar plenamente sus
grandes objetivos, ni ha conseguido que sus ideales arraiguen en la mentalidad
colectiva. De este fracaso se salvan la idea de bienestar social, la enseñanza
obligatoria, la salvaguardia del trabajador y del trabajo, y la idea de
derechos civiles.
Pero la lista de lo
que no se ha logrado es mucho más larga. Vean: "no se ha producido una
elevación estable del nivel medio de instrucción y de cultura, ni el desarrollo
pleno de la ciencia y la investigación, ni la revalorización de las energías
creativas de los intelectuales y los artistas, ni la difusión generalizada de
una mentalidad mínimamente racional y laica, ni la creación de una conciencia
cívica solidaria y de un espíritu de paz colectivo; ni tampoco ha tenido éxito,
salvo de forma fragmentaria, la acción de lucha contra la pobreza y contra la
explotación de los trabajadores, ni la armonización de las diferencias
sociales, ni la plena paridad entre hombre y mujer, ni la tendencia a ayudar a
los más débiles con medidas de solidaridad y de redistribución de la riqueza,
ni la actitud de respeto al medio ambiente y a la naturaleza, ni la creación de
nuevas formas de producción y la reducción del impacto medioambiental de los
procesos productivos; en todo el mundo, el sindicalismo, que nació como
instrumento de defensa de los trabajadores, se convirtió rápidamente en un
granítico más interesado en perpetuarse a sí mismo que a defender los intereses
de los más débiles..."
A la altura de los tiempos
Juan Genovés: Trayectos |
Sin embargo, el final
del socialismo como paradigma doctrinal histórico -apostilla Simone- no ha extinguido
los ideales de izquierda. "Puede que el socialismo se haya acabado pero la
izquierda no. Entre mucha gente sigue viva la idea de que se puede conseguir
combinar un grado limitado de desigualdad con bienestar, solidaridad,
instrucción y libertad, de que es factible traducir razonablemente las metas
del socialismo en una versión moderna".
Claro que para ello
hay que formular nuevas preguntas y ensayar nuevas respuestas. Por ejemplo:
"¿Cómo es posible pretender que una multitud distraída por el deseo de
consumir, desviada por continuas sacudidas en su capacidad de distinguir entre
lo real y lo ficticio, solicitada por móviles egocéntricos y vagamente
prepotentes, atascada en imaginaciones de futuro, pueda concentrarse de verdad
en algo que se parezca a los 'ideales de izquierda'?".
Y concluye: "A
las fuerzas de la izquierda les toca ahora, a comienzos del siglo XXI, una
tarea descomunal: siendo conscientes del horizonte de la globalización, han de
esforzarse por buscar sin tregua nuevos contenidos que estén a la altura de los
tiempos, que sean capaces de llenar de formas modernas el envoltorio ya casi
vacío en el que todavía se lee «Izquierda». En suma, deberían inventar
constantemente nuevos y buenos motivos para estar (y permanecer) en la
izquierda".
Carlota
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