jueves, 15 de noviembre de 2012

A la altura de los tiempos



El panorama político-cultural de comienzos del siglo XXI está marcado, según Raffaele Simone, por una doble constatación. De un lado, la profunda crisis de la izquierda en sus distintas formas; de otro, la exultante aparición de una derecha globalizada y mediática que quiere parecer moderna y vital, que promete felicidad y bienestar para todos, aunque en realidad tiene unos intereses y unas miras totalmente distintos. Es la Neoderecha, el rostro sonriente del capitalismo voraz y planetario, de este nuevo despotismo que degradará a los hombres sin atormentarlos: el Monstruo Amable, "el semblante metamórfico que ha asumido el Leviatán en la era global".

Si la Neoderecha avanza mientras que la izquierda está pasando apuros -escribe Simone- no es sólo por razones políticas. Este fenómeno tiene que ver con la cultura de la modernidad entendida como sistema económico-ideológico total. Yo estoy convencido -añade- de que la Neoderecha está imponiéndose porque puede contar con un paradigma de cultura extraordinariamente atractivo y afable, envolvente y difundido, que le va a garantizar durante una buena temporada la primacía no solo en los Parlamentos y en los puestos de mando, sino sobre todo en los usos y costumbres de la gente, es decir, en la vida de todos y cada uno de nosotros. El monstruo amable (Taurus, 2012) es un intento, exigente y radical, de analizar los rasgos esenciales de este paradigma.
Promesas incumplidas
El punto de partida es "el análisis de un hecho objetivo que está a la vista de todo el mundo: desde hace tiempo, en Occidente, la izquierda en sus distintas formas está en retroceso, y en todas partes sus principios fundamentales son objeto de ataque o están en declive". Al descrédito de la experiencia histórica del comunismo soviético y al devenir contradictorio y en ocasiones claudicante de la socialdemocracia, se une actualmente la incapacidad para ofrecer alternativas al consumismo febril y para ofrecer respuestas a la crisis económica.

Juan Genovés: Pistas
A ello hay que añadir -según el autor- tres grandes cambios que en las últimas décadas del siglo XX han debilitado fatalmente a la izquierda y sus fundamentos: la disolución de la clase obrera como Clase General, la transformación antropológica y económica de sus simpatizantes y la desaparición de los jóvenes de la esfera política.
La izquierda ha fracasado, dice Simone, porque no ha logrado materializar plenamente sus grandes objetivos, ni ha conseguido que sus ideales arraiguen en la mentalidad colectiva. De este fracaso se salvan la idea de bienestar social, la enseñanza obligatoria, la salvaguardia del trabajador y del trabajo, y la idea de derechos civiles.
Pero la lista de lo que no se ha logrado es mucho más larga. Vean: "no se ha producido una elevación estable del nivel medio de instrucción y de cultura, ni el desarrollo pleno de la ciencia y la investigación, ni la revalorización de las energías creativas de los intelectuales y los artistas, ni la difusión generalizada de una mentalidad mínimamente racional y laica, ni la creación de una conciencia cívica solidaria y de un espíritu de paz colectivo; ni tampoco ha tenido éxito, salvo de forma fragmentaria, la acción de lucha contra la pobreza y contra la explotación de los trabajadores, ni la armonización de las diferencias sociales, ni la plena paridad entre hombre y mujer, ni la tendencia a ayudar a los más débiles con medidas de solidaridad y de redistribución de la riqueza, ni la actitud de respeto al medio ambiente y a la naturaleza, ni la creación de nuevas formas de producción y la reducción del impacto medioambiental de los procesos productivos; en todo el mundo, el sindicalismo, que nació como instrumento de defensa de los trabajadores, se convirtió rápidamente en un granítico más interesado en perpetuarse a sí mismo que a defender los intereses de los más débiles..."

Juan Genovés: Trayectos

A la altura de los tiempos
Sin embargo, el final del socialismo como paradigma doctrinal histórico -apostilla Simone- no ha extinguido los ideales de izquierda. "Puede que el socialismo se haya acabado pero la izquierda no. Entre mucha gente sigue viva la idea de que se puede conseguir combinar un grado limitado de desigualdad con bienestar, solidaridad, instrucción y libertad, de que es factible traducir razonablemente las metas del socialismo en una versión moderna". 
Claro que para ello hay que formular nuevas preguntas y ensayar nuevas respuestas. Por ejemplo: "¿Cómo es posible pretender que una multitud distraída por el deseo de consumir, desviada por continuas sacudidas en su capacidad de distinguir entre lo real y lo ficticio, solicitada por móviles egocéntricos y vagamente prepotentes, atascada en imaginaciones de futuro, pueda concentrarse de verdad en algo que se parezca a los 'ideales de izquierda'?".
Y concluye: "A las fuerzas de la izquierda les toca ahora, a comienzos del siglo XXI, una tarea descomunal: siendo conscientes del horizonte de la globalización, han de esforzarse por buscar sin tregua nuevos contenidos que estén a la altura de los tiempos, que sean capaces de llenar de formas modernas el envoltorio ya casi vacío en el que todavía se lee «Izquierda». En suma, deberían inventar constantemente nuevos y buenos motivos para estar (y permanecer) en la izquierda".
                                                                           Carlota

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