jueves, 20 de diciembre de 2012

El dinero es el amo


 
Ayer vi El capital,  la última película de Costa-Gavras. Es la historia de Marc Tourneuil, un alto ejecutivo inteligente y discreto, que de un modo imprevisto se convierte en presidente de uno de los primeros bancos europeos. Quienes controlan el banco creen haber nombrado un hombre de paja al que podrán manejar a su antojo. Están completamente equivocados. En realidad no lo conocen. Tourneuil es como ellos: un tipo ambicioso y sin escrúpulos, un depredador audaz y codicioso que no reconoce ninguna restricción moral; es decir, un canalla dispuesto a todo por el dinero y el poder. No tardarán en saberlo.
Pero no se preocupen, no voy a contarles la película: tendrán que verla si quieren saber cómo Tourneuil acaba haciéndose con el control absoluto del banco. 

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Sí les diré que pocas veces había visto en una película tantos canallas por metro cuadrado como en El capital. (¡Como que estamos hablando de dinero! ¿Es que no te habías dado cuenta?, me aclara esa voz que siempre va conmigo). Es cierto.  Lo dice ese canalla total que es Dittmar, con absoluta contundencia: "La gente cree que el dinero es la herramienta. Se equivoca: el dinero es el amo. Cuanto mejor le sirvas, mejor te tratará". Todo un programa.
En esta especie de cuento posmoderno (¿de dónde si no el cinismo de Tourneuil cuando mira directamente a la cámara sabiendo que nosotros, los espectadores, estamos aquí, viendo lo que hacen?) Costa Gavras denuncia el capitalismo financiero fundado en la globalización de una economía especulativa en la que el dinero no sirve para crear trabajo y producir bienes sino para hacer más dinero. 
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 “Los bancos robáis a la gente tres veces”, le dice a Tourneuil un tío suyo en una comida familiar. “La primera, a vuestros empleados cuando les echáis aun teniendo beneficios. La segunda, a los clientes sangrándolos con vuestros créditos. Y la tercera, destrozando el estado del bienestar porque los países tienen que gastarse todo el dinero en deuda y ya no pueden sufragarlo”. ¿Y qué?, viene a decirle impasible el protagonista, para quien todo "es un juego. A veces injusto y cruel. Pero un juego". Un juego en el que los perdedores cada día pierden más y los ganadores cada día ganan más, apostillaba el propio Gavras en una reciente entrevista. Mientras, Tourneuille dice a sus consejeros: nosotros seguiremos robando a los pobres para dárselo a los ricos.
Z, La confesión, Estado de sitio, en los setenta; Desaparecido, La caja de música, en los ochenta; Mad City, Amén... Desde mis años en la Universidad hasta ayer mismo el cine de Costa Gavras se me ha presentado siempre como una oportunidad para reflexionar sobre acontecimientos que han marcado, política e ideológicamente, la historia de nuestro tiempo.  Ya sé que su cine (en el que abundan toda suerte de canallas) no es un bello producto, no es un producto perfecto. Pero es necesario. Lo dejó claro desde el principio, en los títulos de crédito de Z: "Cualquier parecido con hechos reales, y personas vivas o muertas, no es accidental. Es INTENCIONADO." Pues eso.
                                                                                 Julián


1 comentario:

Javier Álvarez dijo...

Una de mis favoritas de Costa-Gavras es «Arcadia».