Ayer vi El capital, la última película de Costa-Gavras.
Es la historia de Marc Tourneuil, un alto ejecutivo inteligente y discreto, que
de un modo imprevisto se convierte en presidente de uno de los primeros bancos
europeos. Quienes controlan el banco creen haber nombrado un hombre de paja al
que podrán manejar a su antojo. Están completamente equivocados. En realidad no
lo conocen. Tourneuil es como ellos: un tipo ambicioso y sin escrúpulos, un
depredador audaz y codicioso que no reconoce ninguna restricción moral; es
decir, un canalla dispuesto a todo por el dinero y el poder. No tardarán en
saberlo.
Pero no se
preocupen, no voy a contarles la película: tendrán que verla si quieren saber
cómo Tourneuil acaba haciéndose con el control absoluto del banco.
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Fernand Léger: La partida de cartas |
En esta
especie de cuento posmoderno (¿de dónde si no el cinismo de Tourneuil cuando
mira directamente a la cámara sabiendo que nosotros, los espectadores, estamos aquí, viendo lo que hacen?) Costa Gavras
denuncia el capitalismo financiero fundado en la globalización de una economía
especulativa en la que el dinero no sirve para crear trabajo y producir bienes sino
para hacer más dinero.
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Andy Warhol: Signo del dólar |
“Los bancos robáis a la gente tres veces”, le dice
a Tourneuil un tío suyo en una comida familiar. “La primera, a vuestros
empleados cuando les echáis aun teniendo beneficios. La segunda, a los clientes
sangrándolos con vuestros créditos. Y la tercera, destrozando el estado del
bienestar porque los países tienen que gastarse todo el dinero en deuda y ya no
pueden sufragarlo”. ¿Y qué?, viene a decirle impasible el protagonista, para
quien todo "es un juego. A veces injusto y cruel. Pero un juego". Un
juego en el que los perdedores cada día pierden más y los ganadores cada día
ganan más, apostillaba el propio Gavras en una reciente entrevista. Mientras,
Tourneuille dice a sus consejeros: nosotros seguiremos robando a
los pobres para dárselo a los ricos.
Z, La confesión, Estado de sitio, en los setenta; Desaparecido, La caja de música, en los ochenta; Mad City, Amén... Desde mis años en la Universidad hasta ayer mismo el cine de Costa Gavras se me ha presentado siempre como una oportunidad para reflexionar sobre acontecimientos que han marcado, política e ideológicamente, la historia de nuestro tiempo. Ya sé que su cine (en el que abundan toda suerte de canallas) no es un bello producto, no es un producto perfecto. Pero es necesario. Lo dejó claro desde el principio, en los títulos de crédito de Z: "Cualquier parecido con hechos reales, y personas vivas o muertas, no es accidental. Es INTENCIONADO." Pues eso.
Z, La confesión, Estado de sitio, en los setenta; Desaparecido, La caja de música, en los ochenta; Mad City, Amén... Desde mis años en la Universidad hasta ayer mismo el cine de Costa Gavras se me ha presentado siempre como una oportunidad para reflexionar sobre acontecimientos que han marcado, política e ideológicamente, la historia de nuestro tiempo. Ya sé que su cine (en el que abundan toda suerte de canallas) no es un bello producto, no es un producto perfecto. Pero es necesario. Lo dejó claro desde el principio, en los títulos de crédito de Z: "Cualquier parecido con hechos reales, y personas vivas o muertas, no es accidental. Es INTENCIONADO." Pues eso.
Julián
1 comentario:
Una de mis favoritas de Costa-Gavras es «Arcadia».
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