miércoles, 12 de diciembre de 2012

Pensamiento y poesía



Pensamiento y poesía se enfrentan con toda gravedad a lo largo de nuestra cultura y se nos aparecen como dos formas insuficientes. No se encuentra el hombre entero en la filosofía; no se encuentra la totalidad de lo humano en la poesía. En la poesía encontramos directamente al hombre concreto, individual. En la filosofía al hombre en su historia universal, en su querer ser. La poesía es encuentro, don, hallazgo por la gracia. La filosofía busca, requerimiento guiado por un método.


El filósofo se dirige hacia el ser oculto tras las apariencias; el poeta se queda sumido en las apariencias, en la multiplicidad desdeñada, en la menospreciada heterogeneidad. El poeta enamorado de las cosas se apega a ellas, a cada una de ellas y las sigue a través del laberinto del tiempo, del cambio, sin poder renunciar a nada.

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A diferencia del filósofo, que si alcanzara la unidad del ser, sería una unidad absoluta, sin mezcla de multiplicidad alguna, la unidad lograda en el poema es siempre incompleta. De ahí ese temblor que queda tras todo buen poema, ese espacio abierto que rodea a toda poesía.



Platón en su afán por la independencia humana, por su hacer salir al hombre del orbe de la tragedia, reunió el contenido humano y lo puso bajo el mando de la razón. Por la razón existía el hombre y se liberaba de los dioses tiránicos.

El poeta era el único que con su voz no pregonaba la razón. La única voz del pasado, del ayer trágico y melancólico. El poeta no sólo se conforma con las sombras de la pared cavernaria, sino que sobrepasando su condena, crea sombras nuevas y llega hasta hablar de ellas y con ellas. Traiciona a la razón usando su vehículo: la palabra, para dejar que por ella hablen las sombras, para hacer de ella la forma del delirio.


La poesía es la memoria misma de lo que la filosofía olvida.


La poesía busca realizar la inocencia, transformarla en vida y conciencia: en palabra, en eternidad.


                                                                  María Zambrano

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