La edad de oro, el período que transcurre
desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta mediados de los setenta, fue
el resultado de la peculiar combinación keynesiana de crecimiento económico en
una economía capitalista basada en el consumo masivo por parte de una población
activa plenamente empleada y cada vez mejor pagada y protegida.
Estaba combinación fue posible
por:
[a] El consenso político entre
la izquierda y la derecha en la mayoría de los países occidentales, una vez
eliminada la extrema derecha fascista y ultranacionalista por la segunda guerra
mundial, y la extrema izquierda comunista por la guerra fría;
[b] El acuerdo tácito o
explícito entre las organizaciones obreras y las patronales para mantener la
demanda de los trabajadores dentro de unos límites que no mermaran los
beneficios, y que mantuvieran las expectativas de tales beneficios lo bastante
altas como para justificar las enormes inversiones sin las cuales no habría
podido producirse el espectacular crecimiento de la productividad laboral de la
edad de oro.
En la práctica, los acuerdos
eran a tres bandas, con las negociaciones entre capital y mano de obra [los ‘interlocutores
sociales’] presididos formal o informalmente por los gobiernos.
Michael Sowa: Melancolía de una noche de verano |
Después de la segunda guerra
mundial, en la década de los cincuenta este consenso gravitó alrededor de la
derecha (conservadores, democristianos); en los sesenta, con la desaparición de
la vieja generación que había presidido la estabilización y el renacimiento del
sistema capitalista (Eisenhower, Adenauer, MacMillan, De Gaulle) se produjo un
rejuvenecimiento de la política y un giro a la izquierda.
Existe un claro paralelismo
entre el giro a la izquierda y el acontecimiento público más importante de la
década: la aparición del estado del bienestar en el sentido literal de la
expresión, es decir, estados en los que los gastos en bienestar –subsidios,
cuidados sanitarios, educación, etc- se convirtió en la mayor parte del gasto
público total, y la gente dedicada a actividades de bienestar social pasó a
formar el conjunto más importante de los empleados públicos.
E. Hobsbawm: Historia del
Siglo XX. Crítica, Barcelona, 1995, págs. 284-287.
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