sábado, 21 de enero de 2012

Un nombre


¿Recuerdan aquellos versos de Cernuda: "No conozco a los hombres. Años llevo / de buscarles y huirles sin remedio...". A mí me ocurre algo parecido con los españoles, especialmente con quienes se consideran a sí mismos progresistas, de izquierdas: llevo años y años intentándolo, pero no los comprendo.
No entiendo, por ejemplo, esa extraña, esquiva y desconfiada relación que mantienen con esta palabra: España. Eso fue lo primero que me llamó la atención cuando llegué acá: la gente no decía España, sino este país, una especie de eufemismo inodoro, incoloro e insípido que, al parecer, no comprometía a nada ni a nadie. El término vino de perlas en los años en los que justicia y memoria acabaron diluyéndose como azucarillos en aquella experiencia de consenso y cuenta nueva a la que se llamó Transición.

Rafael Canogar: Sin título.
Más confuso y no menos inquietante me resultaba aquello de el conjunto del Estado, frecuente en disquisiciones teóricas y en conversaciones políticas. Cierren los ojos y digan "Estado", así, sin más, a palo seco. ¿Qué ven? ¿Qué sienten? Nada, ¿verdad?; absolutamente nada. ¿Dónde arraiga la vida en una palabra como esa?
Mi perplejidad se acrecienta cuando compruebo que, después de casi cuarenta años de dictadura, la derecha se ha apropiado de ese nombre, España, y lo ha nacionalizado pro domo sua con todos sus aperos y circunstancias. ¿En qué estará pensando Mariano Rajoy cuando una vez más, ésta en su elogio fúnebre de Fraga, apela a los españoles de bien?
Yo no soy nada patriotero y mucho menos nacionalista, esa superstición contemporánea que hipertrofia el nosotros a base de negar al otro, lo distinto, lo plural, lo diferente. Pero esa apropiación me resulta tan incomprensible como irritante. Sobre todo si pienso en lo que significó la palabra España para quienes sufrieron el exilio, allá, en el destierro, o acá, bajo la dictadura. Espero que no se hayan olvidado de aquello. Si no, ¡ya me dirán ustedes cómo metabolizan tanto olvido!
Claro que a lo mejor a ustedes  todo este asunto les importa un bledo y yo les estoy dando la lata con problemas que transpiran pasado y alcanfor. Y es posible que algunos digan para sí, como Cernuda,  aquel "español sin ganas": "¿España?... Un nombre...".
No sé.
                                                                           Darío


 

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