"¿Se puede ser marxista hoy? ¿Tiene sentido en el
alba del siglo XXI pensar y actuar remitiéndose a un pensamiento que surgió en
la sociedad capitalista de mediados del siglo XIX? [...]
[El marxismo es] un proyecto de transformación del mundo
realmente existente, a partir de su crítica y de su interpretación o
conocimiento. O sea: una teoría y una práctica en su unidad indisoluble [...]
En cuanto teoría de vocación científica, el marxismo
pone al descubierto la estructura del capitalismo, así como las posibilidades
de su transformación inscritas en ella, y, como tal, tiene que asumir el reto
de toda teoría que aspire a la verdad: el de poner a prueba sus tesis
fundamentales contrastándolas con la realidad y con la práctica. De este reto el
marxismo tiene que salir manteniendo las tesis que resisten esa prueba,
revisando las que han de ajustarse al movimiento de lo real o bien abandonando
aquellas que han sido invalidadas por la realidad.
Shyamal Das |
Por lo que toca a las primeras, encontramos tesis que
no sólo se mantienen, sino que hoy son más sólidas que nunca, ya que la
realidad no ha hecho más que acentuar, ahondar o extender lo que en ellas se
ponía al descubierto. Tales son, para dar sólo unos cuantos ejemplos, las
relativas a la naturaleza explotadora, depredadora, del capitalismo; a los
conceptos de clase, división social clasista y lucha de clases; a la expansión
creciente e ilimitada del capital que, en nuestros días, prueba fehacientemente
la globalización del capital financiero; al carácter de clase del Estado; a la
mercantilización avasallante de toda forma de producción material y espiritual;
a la enajenación que alcanza hoy a todas las formas de relación humana: en la
producción, en el consumo, en los medios masivos de comunicación, etcétera,
etcétera.
En cuanto a las tesis o concepciones que habría que
revisar para ajustarlas al movimiento de lo real, está la relativa a las
contradicciones de clase que, sin dejar de ser fundamentales, tienen que
conjugarse con otras importantes contradicciones en la sociedad actual:
nacionales, étnicas, religiosas, ambientales, de género, etcétera. Y por lo que
toca a la concepción de la historia hay que superar el dualismo que se da en
los textos de Marx, entre una interpretación determinista e incluso teleológica,
de raíz hegeliana, y la concepción abierta según la cual "la historia la
hacen los hombres en condiciones determinadas". Y que, por tanto, depende
de ellos, de su conciencia, organización y acción, que la historia conduzca al
socialismo o a una nueva barbarie. Y están también las tesis, que han de ser
puestas al día acerca de las funciones del Estado, así como las del acceso al
poder, cuestiones sobre las cuales ya Gramsci proporcionó importantes
indicaciones.
Stephen Wilkes |
Finalmente entre las tesis o concepciones de Marx y
del marxismo clásico que hay que abandonar, al ser desmentidas por el
movimiento de la realidad, está la relativa al sujeto de la historia. Hoy no
puede sostenerse que la clase obrera sea el sujeto central y exclusivo de la
historia, cuando la realidad muestra y exige un sujeto plural, cuya composición
no puede ser inalterable o establecerse a priori. Tampoco cabe sostener la
tesis clásica de la positividad del desarrollo ilimitado de las fuerzas
productivas, ya que este desarrollo minaría la base natural de la existencia
humana. Lo que vuelve, a su vez, utópica la justicia distributiva, propuesta
por Marx en la fase superior de la sociedad comunista con su principio de
distribución de los bienes conforme a las necesidades de cada individuo, ya que
ese principio de justicia presupone una producción ilimitada de bienes, "a
manos llenas".
En suma, el marxismo como teoría sigue en pie, pero a
condición de que, de acuerdo con el movimiento de lo real, mantenga sus tesis
básicas -aunque no todas-, revise o ajuste otras y abandone aquéllas que tienen
que dejar paso a otras nuevas para no quedar a la zaga de la realidad. O sea,
en la marcha para la necesaria transformación del mundo existente, hay que
partir de Marx para desarrollar y enriquecer su teoría, aunque en el camino
haya que dejar, a veces, al propio Marx.
Ahora bien, reafirmada esta salud teórica del
marxismo, hay que subrayar que éste no es sólo, ni ante todo una teoría, sino
fundamental y prioritariamente, una práctica [...]
Edward Burtynsky |
Es innegable que, a raíz del hundimiento del
"socialismo real", se da un descrédito de la idea de socialismo y un
declive de la recepción y adhesión al marxismo. Y ello cuando la alternativa al
capitalismo, en su fase globalizadora, se ha vuelto más imperiosa no sólo porque
sus males estructurales se han agravado, sino también porque al poner el
desarrollo científico y tecnológico bajo el signo del lucro y la ganancia,
amenaza a la humanidad con sumirla en la nueva barbarie de un holocausto
nuclear, de un cataclismo geológico o de la supeditación de los logros
genéticos al mercado.
[...]
Puesto que una alternativa social al capitalismo es ahora más necesaria y deseable que nunca, también lo es, por consiguiente, el marxismo que contribuye -teórica y prácticamente- a su realización. Lo cual quiere decir, a su vez, que ser marxista hoy significa no sólo poner en juego la inteligencia para fundamentar la necesidad y posibilidad de esa alternativa, sino también tensar la voluntad para responder al imperativo político-moral de contribuir a realizarla [...]".
Puesto que una alternativa social al capitalismo es ahora más necesaria y deseable que nunca, también lo es, por consiguiente, el marxismo que contribuye -teórica y prácticamente- a su realización. Lo cual quiere decir, a su vez, que ser marxista hoy significa no sólo poner en juego la inteligencia para fundamentar la necesidad y posibilidad de esa alternativa, sino también tensar la voluntad para responder al imperativo político-moral de contribuir a realizarla [...]".
Adolfo Sánchez Vázquez: "¿Se puede ser marxista hoy?" (2004)
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