Soledad
En mitad de la selva, en la más oscura
noche de los grandes árboles, rodeado del húmedo silencio esparcido por las
vastas hojas del banano silvestre, conoció el Gaviero el miedo de sus miserias
más secretas, el pavor de un gran vacío que le acechaba tras sus años llenos de
historias y de paisajes. Toda la noche permaneció el Gaviero en dolorosa
vigilia, esperando, temiendo el derrumbe de su ser, su naufragio en las
girantes aguas de la demencia. De estas amargas horas de insomnio le quedó al
Gaviero una secreta herida de la que manaba en ocasiones la tenue linfa de un
miedo secreto e innombrable. La algarabía de las cacatúas que cruzaban en
bandadas la rosada extensión del alba, lo devolvió al mundo de sus semejantes y
tornó a poner en sus manos las usuales herramientas del hombre. Ni el amor, ni
la desdicha, ni la esperanza, ni la ira volvieron a ser los mismos para él
después de su aterradora vigilia en la mojada y nocturna soledad de la selva.
Álvaro Mutis: Summa de Maqroll El Gaviero (1973)
No hay comentarios:
Publicar un comentario