Los
mercados son instituciones para el intercambio de 'bienes y servicios' que
pueden ser casi cualquier cosa, incluyendo dinero y acciones... La premisa
clásica es que los mercados son espacios en los que todo el mundo intenta maximizar
su ganancia... Gracias a lo que Adam Smith llamó la 'mano invisible', es decir,
gracias a un hecho natural, el mercado maximiza el beneficio para la totalidad
de los compradores y vendedores, y ayuda así a todo el mundo y a la nación en
su conjunto. Este es el modelo idealizado de mercado.
La
idealización da por buenas muchas premisas que los economistas saben que no son
ciertas: una competencia casi perfecta, comprador y vendedor disponen de toda
la información, las condiciones de acceso son iguales para todos... Estas
premisas son falsas, y el que sean falsas plantea serias dudas acerca de la
pretendida naturalidad y moralidad de los mercados. No obstante, tanto
progresistas como conservadores dan por cierta esta idealización.
Visión
conservadora
Para
los conservadores el mercado es un sistema competitivo que premia con la
ganancia a los disciplinados y castiga a los indisciplinados (e inmorales) con
la pobreza.
La
visión conservadora considera que el afán de lucro maximiza la eficiencia, de
modo que el mercado satisface cada vez mejor las necesidades individuales.
Considera asimismo que el gobierno es ineficiente y derrochador, y entorpece el
funcionamiento del mercado libre idealizado de cuatro maneras: a) con la regulación,
que condiciona lo que los individuos y las empresas pueden hacer para obtener
beneficios; b) con los impuestos, que se consideran una usurpación de
beneficios; c) con los derechos de los trabajadores y de los sindicatos, que
reducen los beneficios de los inversores y de las empresas; d) con la responsabilidad
civil ante terceros, que permiten denuncias colectivas que acaban, con el pago
de indemnizaciones, reduciendo los beneficios de las empresas y los inversores.
En
consecuencia, la derecha está a favor de la desregulación, en contra de la
fiscalización, de los sindicatos y de los derechos de los trabajadores, y a
favor de la reforma de la responsabilidad civil.
Visión
progresista
Para
los progresistas los mercados tienen que servir para que la gente sea libre:
libre de la necesidad, libre del daño, libre del miedo, y libre para satisfacer
sus necesidades y hacer realidad sus sueños. En resumen, el papel de los
mercados es servir al bien común, permitir que quien trabaja tenga un salario
digno; ayudar a alcanzar la libertad de la necesidad, del daño, de la
ignorancia, de la intolerancia y del miedo; preservar el mundo natural y servir
a la democracia.
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Estación de Oriente (Lisboa), de Santiago Calatrava |
Los
progresistas se centran en aquellos aspectos en los que los mercados se alejan de la idealización, allí donde los
mercados no logran cumplir con las expectativas y se hace necesaria la
intervención del gobierno para que los mercados funcionen y sirvan al bien
común: a) la regulación nos protege contra los productos nocivos y el fraude de
empresas irresponsables y criminales; b) la fiscalidad genera un patrimonio
común con el que construir infraestructuras comunes...; c) los derechos de los
trabajadores y de los sindicatos equilibran el poder de negociación de los
contratos colectivos y aseguran centros de trabajo seguros, saludables y
éticos; d) la acción popular por responsabilidad civil es un recurso de
protección para disuadir a las empresas irresponsables que causan daños.
Ninguna empresa podría existir sin el uso de los bienes comunes. Esa infraestructura común es esencial para que los mercados existan y se desarrollen. Y los que se benefician de los mercados tienen la obligación moral de mantener el patrimonio común.
Ninguna empresa podría existir sin el uso de los bienes comunes. Esa infraestructura común es esencial para que los mercados existan y se desarrollen. Y los que se benefician de los mercados tienen la obligación moral de mantener el patrimonio común.
Los
progresistas tienen presente una verdad que la ideología conservadora ignora:
los mercados no pueden desarrollarse y servir al bien común sin la intervención
constructiva del gobierno.
George
Lakoff: Puntos de reflexión,
2008, págs. 116-123.
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