En uno de sus textos sobre la Ilustración, Michel Foucault sostiene que en
nuestro tiempo el pensador ha de elegir una de estas dos opciones: una
filosofía crítica que se presenta como una filosofía analítica de la verdad en
general; o un pensamiento crítico que tomará la forma de una ontología de
nosotros mismos, esto es, del presente, de la actualidad. Esta segunda opción
es la que, de Hegel a la Escuela de Francfort pasando por Nietzsche y Weber, ha
fundado una forma de reflexión en la que se reconoce el propio Foucault y en la
que, si no me equivoco, se inserta Slavoj Žižek.
El filósofo
esloveno, cuyo discurso arraiga en el análisis marxista y en el psicoanálisis
lacaniano, se ha convertido en la última
década en una referencia ineludible del pensamiento crítico. Žižek, a quien
nada de cuanto ocurre le resulta ajeno, hace suyas las preguntas que, según
Foucault, plantea la tradición crítica a partir de Kant; esto es, quiere saber
qué es lo que pasa realmente hoy día,
qué es nuestra actualidad, y qué es lo que le confiere sentido a la reflexión
filosófica en nuestra actualidad. Al
ensayar las respuestas, Slavoj Žižek no se anda con ambages ni medias
tintas: de todas las experiencias posibles, reivindicará la destrucción del
capitalismo y la revolución.

Convencido
de que vivimos inmersos más que nunca en la ideología, Žižek desenmascara las coartadas y las
argucias de las que se vale la ideología capitalista en la crisis actual. La
tarea central de la ideología dominante, dice, es imponer una narrativa que
echará la culpa del colapso no al sistema capitalista global como tal sino a
desviaciones secundarias y contingentes (la crisis bursátil, los sectores
corruptos del sistema...), pero sin poner en duda ni responsabilizar al propio
sistema capitalista. Además intenta que creamos que los fracasos de los
proyectos revolucionarios del siglo XX demuestran que el capitalismo es no sólo
el mejor sino la forma más natural de gestión de la sociedad.
El origen de esta crisis no está -advierte Žižek- en las eventuales desviaciones ni en
los procesos coyunturales, sino en la misma naturaleza de capitalismo,
en su lógica interna, en esa dinámica que nubla la frontera entre inversión
legítima y especulación salvaje. No hay respuestas ni salidas en ese mecanismo
ciego e inmoral que es el mercado. Acabar con la crisis es acabar de una vez
por todas con el capitalismo. Esa es la tarea ineludible de la izquierda. Pero,
¿qué izquierda y cómo?
La
tarea de la izquierda
La izquierda en la actualidad se divide, según Žižek, en dos grandes grupos
claramente diferenciados. Uno abrumadoramente mayoritario que no contempla un
horizonte más allá del capitalismo y otro minoritario que sí lo imagina. La
izquierda mayoritaria ha perdido la confianza en sí misma y se muestra incapaz
de ofrecer una alternativa global y viable a la crisis. No sólo eso. Está
atenazada por el miedo a la crisis: semejante izquierda teme
por su propia posición confortable como voz crítica plenamente integrada en el
sistema.
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Isaak Brodsky: Lenin in Smoiny |
Según Žižek, una
verdadera izquierda se toma una crisis con seriedad, sin ilusiones, como algo
inevitable, como una oportunidad que hay que aprovechar por completo. La
perspectiva básica de la izquierda radical es que, aunque las crisis son
dolorosas y peligrosas, son ineludibles, y que constituyen el terreno donde hay
que librar y ganar las batallas.
Para el autor, el
principal punto de fricción en el debate teórico dentro del grupo
anticapitalista se centra en las condiciones de posibilidad de articulación de
un espacio más allá de la democracia liberal. ¿Es posible -dice- reformular un
proyecto político anticapitalista de izquierda frente al capitalismo global y
sus excrecencias irracionalistas, las ultraderechas populistas y los
fundamentalismos religiosos? Y añade: ¿Cómo podemos repetir la proeza de Lenin,
quien en un tiempo de desintegración del sistema fue capaz de reinventar el
proyecto socialista y generar nuevas coordenadas? ¿Y cómo hacerlo en el actual
ambiente generalizado de renuncia a toda esperanza de transformación?
Si no queremos que la principal víctima de la actual crisis
no sea el capitalismo, sino la propia izquierda, debemos revisar los diferentes
proyectos revolucionarios del siglo XX, reconocer sus errores, aprender de sus
fracasos, pero también de sus aciertos.
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Roy Lichtenstein: La salida |
"El socialismo falló, el capitalismo está
en bancarrota, ¿qué viene a continuación?", se preguntaba melancólicamente
Eric Hobsbawm en los albores del siglo XXI . El comunismo, le responde Slavoj Žižek. Y añade: yo
reivindico aquí que la Idea comunista persiste, que sobrevive a los fracasos de
su realización como un espectro que regresa una y otra vez.
Hay quien piensa que esta reivindicación
categórica es una nueva provocación del filósofo esloveno. Es posible. De hecho,
Primero como tragedia, después como farsa
no se agota ni muchísimo menos con esta lectura. Yo retengo lo que en ella hay
de propuesta radical: la necesidad de que la izquierda reflexione sobre sí
misma, se replantee sin prejuicios y sin miedo su propio discurso, y sea capaz
de ofrecer una alternativa global al capitalismo. Como hace Žižek, por ejemplo.
Darío
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