Todo hombre guarda en sí un Secreto.
Deseo innegable de mis tiempos es el de separar el doble
estado de la palabra, bruto o inmediato por un lado, por el otro, esencial.
Aquello hacia lo cual deberíamos apuntar sobre todo consiste
en que, dentro del poema, las palabras se reflejen unas en otras hasta que
parezcan no tener color propio, sino sólo las transiciones de una gama.
Pintar no la cosa, sino el efecto que produce.
La obra pura implica la desaparición elocutoria del poeta,
que cede su iniciativa a las palabras.
La poesía, consagración.
Un libro lisa y llanamente..., un libro que sea un libro
arquitectónico y premeditado, y no un florilegio de inspiraciones al azar,
aunque sean maravillosas...
Sí, lo sé, sólo somos formas vanas de la materia, pero lo
bastante sublimes como para haber inventado a Dios y a nuestra alma.
Stéphane
Mallarmé
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