lunes, 12 de septiembre de 2011

Una educación indulgente



Primero fue Claudio y los apuntes de Beck en su “Estación fantasma”; después Teresa recupera algunas líneas del optimismo rousseauniano de Holt, y ahora nuestro hombre en la habana nos recuerda que la democratización de la enseñanza y escuela pública son dos logros irrenunciables. ¡Esta claro que se ha abierto una de las líneas de conversación para este otoño en Laramie: enseñanza, educación y rodalíes! Y por supuesto yo no me voy a quedar al margen. Así que hacedme un sitio, ¿vale?

Paul Klee: Ella ruge, nosotros jugamos

En su breve sobre la enseñanza, con título popperiano, rarodeluna olvida citar el libro de Lasch donde aparecen las dos ideas a las que se refiere: La cultura del narcisismo*.
Digo esto porque no sé si nuestro hombre en la habana se ha olvidado también de que en ese mismo libro, al analizar los factores que explican la profunda crisis del sistema educativo en Estados Unidos, Lasch usa una expresión que resulta tan elocuente como reveladora: educación indulgente, refiriéndose a la actitud que adoptan profesores y padres ante esa crisis.
El problema se agudizó –escribe Lasch– cuando “al convencerse los educadores de que la mayoría de los estudiantes era incapaz de desarrollar un currículum académico adecuado, creyeron preciso idear mecanismos para mantener [a los alumnos] ocupados y razonablemente contentos”. Los nuevos programas incorporaron actividades extracurriculares que banalizaron los contenidos y acabaron afectando no sólo al currículum obligatorio, sino también a la preparación para la Universidad.
Por lo que se refiere a los padres, Lasch destaca la permisividad como regla de conducta de estos en la relación con los hijos: a los padres, “alternativamente permisivos y evasivos”, les resulta más fácil lograr la conformidad complaciendo a sus hijos que enfrentándose “al torbellino emocional que implica no aceptar las exigencias del niño. De ese modo –continúa– socavan la iniciativa infantil y le imposibilitan desarrollar la contención o la autodisciplina”, cualidades infravaloradas en la sociedad actual, según Lasch.
Indulgente, tolerante, comprensivo… Rigor, disciplina, contención… ¡Uf!
[Continuará]
                                                   
* Christopher Lasch: La cultura del narcisismo. Editorial Andrés Bello. Barcelona, 1999.

[Remitido por Darío]

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